acerca de patrimonios varios
algunas reflexiones sobre nuestros "lugares de la memoria"

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31.07.2007 16:48 / MIS ARTICULOS

EL PALACIO LEGISLATIVO (II)

(II) LA SELECCIÓN DEL PROYECTO Y SUS IMPREVISTAS DERIVACIONES (CRÓNICA POLICIAL INCLUIDA...)

              En 70 años de azarosa vida independiente el país pudo construir nuevas sedes para la Aduana y el Correo -inauguradas respectivamente por Gabriel Pereira y Flores-, pero ya entrado el siglo XX "los Altos Poderes del Estado” seguían ocupando construcciones preexistentes (el Cabildo, el Fuerte, luego la casa de Francisco Estévez, etcétera), situación que se encaminaba a cambiar cuando pudo por fin concretarse la convocatoria internacional de proyectos para la sede del Palacio Legislativo. Al acotar el alcance del emprendimiento -dejando atrás muchas iniciativas de mayor significación urbana, según ya vimos- aumentaba la posibilidad de su concreción, pero quedaban todavía muchos escollos que superar, porque fue grande el impulso que alentó esta última etapa, tanto como los problemas que entonces se generaron.  

              Las condiciones de la convocatoria no resultaron atractivas para buena parte de “los grandes nombres” de la arquitectura de esos tiempos; valga el ejemplo de Charles-Louis Girault, autor del celebrado “Petit Palais” de la Exposición Universal de Paris de 1900, ajeno al concurso pero no a nuestras circunstancias, ya que proyectaría pocos años más tarde la residencia montevideana de los hermanos Taranco. Pero bastaron los proyectos presentados para que nadie reparara en ausencias y fuera grande la expectativa por ver concretada alguna de las imágenes de alto impacto desplegadas por los concursantes en más de 300 láminas. Una expectativa generalizada, porque -cosa curiosa para nuestros días, no para aquéllos- la exposición pública de las propuestas se inaugura el 4 de mayo de 1904 en los salones del Ateneo…antes que entrara en funciones el jurado asesor nombrado por la Comisión del Palacio (1). La prensa consigna que entre los primeros visitantes estuvo el Dr. Pedro Figari, que no se contaría justamente entre los entusiastas del emprendimiento, sino -según veremos- en uno de sus críticos más tenaces.  

              Los diarios de la época dieron amplia difusión a la exposición, dando a conocer la opinión de los visitantes y de sus propios críticos especializados, incluyendo en ambos casos a técnicos de bien ganado prestigio. Leyendo hoy esas notas, nos llama la atención ese debate abierto al común de los ciudadanos, valioso por su sola existencia y no en menor grado por la madurez de sus contenidos (he allí una experiencia que bien quisiéramos ver actualizada…). Se reiteran en esos escritos las visiones críticas sobre el programa y el terreno elegido (2), críticas cuidadosamente fundamentadas en el artículo que Horacio Acosta y Lara publica en “El Siglo” el 15 de mayo y en notas que bajo seudónimo aparecen en las ediciones de “El Día” de los días 13, 16, 23 y 24 del mismo mes.  

               Pero esas críticas radicales -y en todo sentido, pertinentes- van acompañadas de una unánime valoración positiva sobre la calidad de los proyectos, sin perjuicio de que también en ese nivel se marquen defectos e inconsistencias. Una valoración que expresaba, más que un posicionamiento crítico razonablemente fundado, la satisfacción de verificar que “el primer monumento público que debe erigirse en nuestra capital” -así lo veían entonces, con olvido de lejanos antecedentes- estaría a tono con los ejemplos de la “gran arquitectura” del 900 (alguno muy próximo -y muy discutido-, como el Palacio del Congreso que el italiano Vittorio Meano estaba terminando de construir en Buenos Aires); sin desechar por ello el aporte de las vanguardias “modernistas” que en esos tiempos aparecían desafiando la hegemonía de la cultura académica. Otros -que no eran pocos- empezaban a pensar que era mejor gastar esas fortunas en satisfacer necesidades más urgentes…  

LA CRONICA POLICIAL COMO TRASFONDO DEL DEBATE ENTRE ACADEMICOS Y MODERNISTAS         

             El 2 de junio de 1904 la primera página de “El Día” -bajo el título fijo de “LA INSURRECCION”- daba su versión cotidiana de la marcha de la guerra; ya no aparecen las referencias al concurso que habían abundado semanas atrás, pero una noticia que no tiene con él conexión aparente, cobra gran destaque y mantendrá la atención de los lectores en sucesivas ediciones: “EL CRIMEN DE AYER EN BUENOS AIRES / MUERTE DEL ARQUITECTO MEANO / FUGA DEL CRIMINAL”. El enfoque se va modificando día a día; el acusado -ex empleado del arquitecto- alega legítima defensa, pero unas cartas en su poder y una boleta de empeño del arma propiedad de Meano liquidan su coartada; el 11 de junio el titular del artículo sobre “Los crímenes bonaerenses” abre un rumbo que será definitivo: “LA INVESTIGACION JUDICIAL / PUNTOS OSCUROS / LA SEÑORA MEANO DETENIDA / ¿UN DRAMA PASIONAL?”. Así fueron las cosas. ¿Alguien habrá pensado que esa crónica policial tendría otra repercusión entre nosotros que la esperable para un episodio de folletín? Me atrevería a pensar que sí la tuvo en tiempo en que los miembros del jurado asesor elaboraban su fallo (3), y notoriamente la tuvo cuando la Comisión del Palacio, en el mes de setiembre, hizo pública la resolución de premiación del lema “Agraciada”…que abiertos los sobres, resultó ser la obra -póstuma- de Vittorio Meano.  

          El jurado asesor, en sintonía con los debates públicos que siguieron a la exposición del Ateneo, había centrado su atención en dos proyectos, correspondientes a los lemas “Agraciada” e “Hispania/11”; el primero de austero perfil neoclásico, “que casi es una copia” dirá uno de los jurados, del Parlamento de Viena (4), en tanto el otro exponía una planta cuya monumentalidad escenográfica -a medio camino entre los despliegues académicos y la nueva retórica “modernista”- tenía un notorio poder de seducción. Pero la resolución de fachadas tuvo una valoración también casi unánime…pero de signo inverso (“El autor parece que se ha olvidado que proyectaba un edificio para el Palacio de las Leyes…”, según consta en las actas), comprometiendo una premiación que estuvo muy cerca de concretarse.     

           Al no llegar a acuerdo sobre los méritos relativos de uno y otro proyecto, tres miembros del jurado llegaron a pergeñar una solución poco ortodoxa -por decir lo menos-, proponiendo una hibridación de ambos proyectos, dando por buenas las plantas de “Hispania/11” y las fachadas de “Agraciada”… Esa forma de saldar las cosas no tuvo por suerte andamiento -el resultado lo estaríamos sufriendo todavía-, y al formalizar finalmente su fallo, el jurado asesor sugirió declarar desierto el primer premio (porque no hay ningún proyecto “que se imponga por sus relevantes méritos arquitectónicos, y que no adolezca de defectos de relativa importancia”), asignando el segundo a “Hispania/11” y el tercero a “Agraciada”,…pero habría una imprevista vuelta de tuerca. 

              La Comisión del Palacio recibió esa resolución y le dio un giro insospechado: aprobó lo actuado por el jurado respecto al primer premio, pero a diferencia de éste, entendió que “Agraciada” e “Hispania/11” merecían similar consideración, otorgándoles un segundo premio compartido…y acto seguido decidió que fuera “Agraciada” el proyecto “que se lleve a ejecución mediante las modificaciones pertinentes que serían objeto de un estudio especial”, tratándose -dice en los considerandos de la resolución- de un proyecto “bien estudiado, concluido en todas sus partes y (que) puede realizarse de inmediato sin dificultades y sin sorpresas de ningún género, mediante algunas modificaciones de detalle. El presupuesto de la obra está perfectamente calculado y no pasará de la cantidad establecida en la ley”.  

              No constan las reacciones de los miembros de la comisión cuando se abrieron los sobres, pero no es difícil presumir que en alguno de ellos no habrán sido de sorpresa (por lo menos Capurro -que también había presidido el jurado asesor- habría podido escuchar los comentarios de Andreoni…); en  definitiva, ya que no Meano, otros se harían cargo de elaborar el proyecto ejecutivo y dirigir las obras de un edificio al que habría que dotar de mayor área -vistas las observaciones sobre la insuficiencia de las proyectadas- y ubicar en un lugar más adecuado a su jerarquía (no en el que sirviera de base al concurso: el peor de los sitios posibles al decir de Acosta y Lara).

ACERCA DE UNA AUSTERIDAD NO DEL TODO  DESEADA

               En el fundamento de su proyecto, Meano había deplorado las condiciones del sitio y las limitaciones extremas de un presupuesto que no llegaba a la sexta parte del que fuera fijado inicialmente para la construcción del Congreso de Buenos Aires, impidiendo con ello "pensar en prodigalidades de grandes cúpulas y techos dorados, en derroches de piedras y mármoles para fachadas e internos, en riquezas maravillosas de clásicas esculturas, en lujosa profusión de bronces y metales finos, ni en otros elementos fastuosos y costosos". Y fueron justamente esas limitaciones las que lo obligaron a estudiar "un conjunto severo y majestuoso pero sencillo", dejando constancia de su deuda con Theófilo Hansen, autor del parlamento de Viena (un ejemplo donde la inspiración en la arquitectura griega daba por resultado un edificio de líneas austeras, alejado de las complejidades propias del gusto "fin de siglo"). 

                No justamente por convicción, sino movido por la necesidad de superar las limitaciones que le imponían las bases del concurso, Meano, que estando a cargo de dos obras monumentales -el teatro Colón y el edificio del Congreso- no dispondría seguramente de mucho tiempo para afinar sus ideas, no dudó en cortar camino y apoyarse en la experiencia exitosa del arquitecto danés. Los aires neogriegos -más la manera de ordenar la planta y otros "detalles"- pasaron así de Viena a Montevideo, dando pie a las burlas de Figari sobre la vestimenta adecuada para moverse en esos escenarios (mejor el "peplos" que levitas y fracs...).  

              Aunque a Figari le rechinara, la evocación de "la cuna de la democracia" parecía entonces políticamente correcta  y el resultado tangible se ubicaba más cerca de la herencia neoclásica de nuestra arquitectura que de cualquier otra propuesta alternativa que pudiera plantearse en esos tiempos. Basta la comparación con el edificio del Congreso de Buenos Aires para apreciar de qué modo las circunstancias inclinaron la balanza hacia una solución apropiada -supuestamente apropiada- al perfil de un imaginario identitario todavía en construcción, aunque no pocos pensaran que una monumentalidad más explícita y un mayor despliegue decorativo, no vendrían nada mal.   

NOTAS: 

(1) El jurado asesor estaba presidido por el ingeniero Juan Alberto Capurro (presidente a su vez de la Comisión del Palacio), e integrado, entre otros, por el ingeniero Andreoni y el arquitecto Vázquez Varela. 

 (2) "El limitar el edificio por tres de los frentes con las líneas de las calles, es, a nuestro juicio, la falta y el defecto más grave que revelan todos los proyectos, y que como hemos dicho, no debemos censurarlo sino en la falta de previsión o de buen gusto para el arte, ya que no por desconocimiento de su cometido en los autores del programa"  /  párrafo de la "carta al Director" publicada el 23 de mayo con el subtítulo "Grave falta no prevista en el programa"  

(3) Hago esta conjetura dando por bueno que la participación de Meano en el concurso no sería un secreto para nadie y que su profundo conocimiento del tema derivaría en un grado de precisión de los recaudos que lo destacaría del resto de los proyectos... tal como ocurrió, según consta en la resolución final de la Comisión. Y agrego a ello las palabras que Bausero atribuye a Andreoni, cuando al referirse al proyecto "Agraciada" dice que "todos conocen a su autor pese al seudónimo", situación que no tiene nada de excepcional y que no descalifica la labor del jurado. Asumiendo como cierto que sus miembros  presumían  que el lema "Agraciada" correspondía a Meano, se hace evidente que debieron enfrentar una situación compleja al enterarse de su muerte... complejidad que aumentaría luego su carga problemática con el "giro" resuelto por la Comisión del Palacio.  

(4) "No agrega nada original al concurso y que si bien no es un plagio, se ha seguido tanto las líneas del Parlamento de Viena que casi es una copia, no absoluta, puesto que el espacio del terreno disponible no es igual". Tal la vitriólica opinión de Vázquez Varela transcripta por Bausero -y que más tarde "El Día" haría suya- no coincidente con la de otros miembros del jurado asesor -a decir verdad, los menos-, que lo consideran "sencillo y monumental al mismo tiempo", con una arquitectura "apropiada a los fines del edificio".  

La imagen que ilustra este capítulo, publicada por Bausero en el suplemento dominical de "El Día" de fecha 16-11-1965, corresponde a la vista exterior del proyecto presentado por el arquitecto español Manuel Mendoza y Sáez ("Hispania" / 11).

SIGUE EN PARTE (III)  

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