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Así lo veo yo

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Columna de Ana Jerozolimski

Sobre el autor

Uruguaya, radicada en Jerusalem desde 1979. Redactora Responsable de "Semanario Hebreo".

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UNA NOCHE DE VERANO EN JERUSALEM

15.Ago.2012

 

 

Como todos los años, también ahora-verano en Israel-se lleva a cabo la tradicional feria artesanal “Hutsot HaYotser”, muy cerca de la Ciudad Vieja, frente a las históricas murallas. Es un festival de color y creatividad de todo tipo, que invita a mayores y niños, un evento para toda la familia, capaz de atraer a diferentes edades y gustos.

Nuevamente la sección de los países cuenta con la participación de Uruguay, con una digna representación de cuatro  artesanos en puestos  que vimos en la feria rodeados de público interesado en sus productos. Están, al igual que el año pasado, Alejandro de León con sus adornos y móviles de vidrio y metal y  Carlos Tammaro con la producción de su taller “El Piolín”- juguetes colgantes de madera- y por primera vez, Blanca Margarita (Umpierre) con prendas de punto hechas a mano y Carolina de Cunto con carteras de cuero hechas y pintadas a mano.

Fue hermoso acercarnos a la zona correspondiente y ver mucha gente junto a estos cuatro  puestos uruguayos. Especial atención despertaban los adornos elaborados con ingenio por Carlos , que enloquecían a los niños. “¿Te gusta el hada , mamá?”, preguntaba una niña con los ojos abiertos en admiración por una hermosa muñeca colgante a la que le faltaba sólo hacer magia de verdad. “La verdad que me gusta todo”, respondió la madre, que tocaba los juguetes con entusiasmo como si fuera una niña más.

Como siempre que hay una actividad con uruguayos, allí estaba el Embajador Bernardo Greiver, apoyando con su visita, acompañando…estando presente.

“La gente no entiende lo que es ésto”, nos comentaba Alejandro de León, que volvió este año a la feria llevado por el buen resultado de su participación en la del año pasado y por sus buenos recuerdos de aquel primer encuentro con Israel. “De afuera, la gente piensa otra cosa…esto es increíble..qué vida, qué empuje…qué movimiento”.

Y pensamos que en medio de los numerosos informes periodísticos que circulan por el mundo sobre los conflictos y problemas de esta tierra, hay una normalidad que sorprende a quien conoce Israel de cerca. No que los conflictos sean inventados o mentiras. Lamentablemente, son realidad. Pero hay mucho más que tensión ..y mucho más calma y convivencia de lo que se puede concebir afuera.

Cuando uno llega a Israel y ve a judíos y árabes caminando por las mismas calles , comprando en los mismos negocios y sentados en los mismos cafés, puede creer que está viendo mal…Seguramente no se aman y probablemente cada uno quisiera que no haya tanta mezcla.Pero allí están..y nadie se mata en las esquinas o se horroriza al ver al “otro” en la misma fila para comprar un helado.

Familias  árabes enteras con numerosos niños, jóvenes parejas con las mujeres de jeans y la cabeza tapada con pañuelos modernos y a tono con la blusa, o mujeres mayores con el vestido largo hasta el piso y la cabeza (no la cara) toda tapada de acuerdo a la tradición, se mezclan en el shopping Malha o en Mamilla en Jerusalem, con los israelíes judíos, laicos y seculares..entran a los mismos negocios, son atendidos por igual..y aprovechan sus horas libres a su gusto.

No pretendemos ni alegar que se adoran ni que los problemas sobre los que se reporta en los medios no existen. Claro que sí, lamentablemente . Pero sí sabemos que esa normalidad de convivencia no es imaginable por quienes creen que en Israel se vive sólo conflicto y hostilidad.

Pero más allá del tema judeo-árabe, está esa fuerza de la vida diaria, ese deseo de vivir como todos, ese saber divertirse como todo pueblo normal del mundo.

Lo captamos nuevamente el lunes de esta semana, al ir a la feria artesanal mencionada, en la majestuosa “Piscina del Sultán”, frente a las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalem. Tras recorrer el mar de puestos del lugar, bajamos a la zona convertida en una especie de anfiteatro para miles de personas, donde cada noche se presenta otro cantante ante la multitud que llega a la feria. Son de primera, figuras conocidas, de las más famosas de Israel. Frente a la enorme tarima, una zona grande, sin asientos , de césped, en la que se concentraban más que nada los más jóvenes, a los que no les alcanza escuchar buenas canciones sino que desean acompañarlas todo el tiempo contorneándose y siguiendo el ritmo parados, bailando, como sintiendo que eso los acerca más aún al protagonista de la noche.

El lunes era el turno de Yehudit Ravitz..y el público cantaba con ella, se entusiasmaba, aplaudía, festejaba….jovencitos y la generación de sus padres, religiosos y laicos..entusiasmados todos con esa hermosa noche de verano. Mirábamos alrededor , el molino del barrio Yemin Moshe , las estructuras del barrio Mishkenot Shaananim de los artistas, detrás nuestro las murallas..y pensabámos cuánta gente sueña con un momento así..

 

Y en medio de nuestra filosofía, alguna escena muy israelí que nos hacía reir: un padre joven que subía hasta la fila de más arriba porque allí quedaba un lugar, cargando un enorme carrito de bebé..todos “ligaban” Yehudit Ravitz esa noche, aunque todavía no supieran ni hablar…Y los celuares que se levantaban a lo alto intentando cada uno captar la escena del público, de esa masa enorme que cantaba y disfrutaba..y que se ve que tocaba el alma de muchos aún inmersos en una impresionante normalidad.

 

Salí tarde de la feria, junto a  mi hija de 21 años. En la larga caminata hacia el estacionamiento en el que horas antes habíamos dejado el coche, pasamos por uno de los numerosísimos restaurantes de Jerusalem aún abiertos a esa hora. Las calles estaban repletas de gente . Y era más de medianoche. Una de sus amigas que trabaja allí de moza desde que terminó su servicio militar obligatorio, estaba terminando su turno. Había trabajado 13 horas ese día. “Estoy ahorrando para viajar a Sudamérica de paseo”, contó Limor con una sonrisa, bromeando sobre cómo maniobrar entre la necesidad de guardar lo que gana y el deseo de darse algún gusto en un puesto de la feria cercana a su trabajo. Cuando vuelva de Sudamérica, ya comenzará a estudiar.

Tan fuerte..tan lleno de vida…y tan normal.