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01.08.2012 20:46 / Mis artículos

Osvaldo Fattoruso: Mucho más que palos

Opa: Osvaldo Fattoruso, Hugo Fattoruso y Ringo Thielmann

 

En la carrera de Osvaldo Fattoruso hay varias maravillas perdidas. Una de ellas es un disco editado en 1969 que se llama La Bossa Nova de Hugo y Osvaldo; una extraña colección de canciones propias y algunas versiones en clave de bossa, con los dos hermanos Fattoruso ocupándose de todos los instrumentos. Es un álbum que casi nadie recuerda, pero que valdría la pena rescatar, entre otras cosas porque muestra el talento, la apertura musical y la temprana originalidad como creadores de Osvaldo y su hermano Hugo. Tiene una pizca del toque beatle de Los Shakers, mucho del oído jazzistico-bolichero que los dos hermanos curtieron desde su infancia, una excelente traducción local del aire de los tiempos en el que vivían y un espíritu de libertad y frescura que estaba en los Shakers y seguiría con otros rumbos en su posterior experiencia.

 

Si Osvaldo Fattoruso solo hubiera integrado Los Shakers tendría un lugar asegurado en la historia de la música sudamericana. Infinidad de veces él y su hermano Hugo renegaron de esa experiencia “juvenil” que duró de 1964 a 1968, pero lo cierto es que partiendo de una idea absurda –imitar en todo a sus contemporáneos Los Beatles- Los Shakers crearon una música que no solo ayudó a desarrollar el rock rioplatense y sudamericano, sino que dejó canciones increíbles, algunas a la altura del modelo imitado (piensen nomás en “Break it All”) y otras que muestran una personalidad única (“Never, Never”, “Candombe”) que adelantan parte de lo que algunos de sus integrantes haría después.

Si los Shakers habían mostrado que se podía hacer rock en los confines de Sudamérica, sonando bastante parecido a los modelos anglosajones contemporáneos y aportando una dosis de personalidad propia, el trío Opa que Osvaldo creó en Estados Unidos, junto a su hermano Hugo y a Ringo Thielman, mostró que aprovechando otra moda –la del jazz fusión- podía hacerse una música cosmopolita, moderna y sofisticada, que sonara a la vez intransferiblemente uruguaya. Los dos discos que editó Opa en Estados Unidos, Goldenwings (1976) y Magic Time (1977) son un compendio de excelente música, donde entran el jazz, el rock, la música electrónica, el candombe y la música “latina”, fusionados (perdón por la expresión) en algo totalmente novedoso.

El carácter mítico otorgado a esos dos discos y su status de piedra filosofal de una parte de la música uruguaya de matriz jazzistico, ha hecho que sean en verdad obras poco escuchadas por gente que no esté cercana a ese ambiente. Es una pena, porque se trata en verdad de dos álbumes excelentes y muy disfrutables que, 35 años después, siguen sonando, jóvenes, frescos y modernos.

Osvaldo se transformó en uno de los bateristas y percusionistas más importantes del continente, en un gran docente de su instrumento y en un traductor enormemente creativo de las variadas figuras rítmicas del candombe a la batería. Es comprensible que le molestara que mucha gente lo recordara solo por los Shakers, pero también es injusto que solo hablemos de él como baterista. Antes y después, en una trayectoria que abarca cinco décadas, hizo una cantidad impresionante de cosas y gran parte de ellas tienen un lugar importantísimo en la historia de la música hecha en este lado del mundo.

Seguro que ahora revalorizaremos algunas de ellas y descubriremos otras. Nunca es tarde.



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Sobre mí
Alguna gente lo conoce por su trabajo periodístico, otros por lo que hace como músico y productor artístico; pero la mayoría no lo conoce en lo más mínimo. Ha escrito (y escribe) para Brecha, la diaria, Bla, Dossier, El País Cultural, Global Rhythm, Relix Magazine y Unchin, entre otros medios. Fue editor del suplemento R de la diaria.

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