Uruguay no tiene techo. Naturalmente se trata de un chiste de humor negro. En otro lado, en otro blog, en otra publicación, después de esta línea se hablaría de las bonanzas del país (tan cercano a ser desarrollado, diría el alma podrida de Lorenzo). Pero acá no. Acá, naturalmente, hablamos de la gente –compatriotas, orientales- que tiene que sobrevivir en condiciones infrahumanas, la consecuencia lógica de un sistema de inequidad que hoy se expande x todo el globo.

El último censo de asentamientos realizado x la ONG Un Techo Para Mi País reveló que en nuestro país hay 562, concentrados en su mayoría en Montevideo (el 59%). Hay 61.525 viviendas en los asentamientos, y viven en ellos casi 257.000 personas: se podría decir la décima parte de la población de todo el Uruguay. La mayoría de los asentamientos se formaron en la década del 90 (el 32,1%). Y, como para ser bien triste, en los últimos 10 años, se experimentó el menor crecimiento desde la década del 50 (¡¡lo que bien demuestra lo poco que se ha hecho para solucionar esto en todo este tiempo!!).

Según el censo, el 76,8% de las viviendas de los asentamientos están construidas con materiales durables, mientras que el 19,4% está construido con materiales como costaneros, madera y chapas. (Un Techo para mi País Uruguay entiende x asentamiento irregular: Agrupación de seis o más viviendas en las que habitan ocho o más núcleos familiares, instalados en terrenos de terceros, con o sin autorización, y sin título de dominio, que presentan además carencia de alguno o todos los servicios básicos regularizados.)

Como bien dice el informe, el “Catastro Nacional de Asentamientos Irregulares 2010 busca ser una fotografía de la situación actual de los asentamientos y un ajuste de los datos tomados en 2008.”

La encuesta, realizada entre el 17 de abril y el 11 de julio de 2010 consigna que, departamento x departamento, quienes siguen a Montevideo en este macabro ranking de asentamientos -Montevideo tenía 346 asentamientos en el 2008 y hoy, al 2010, tiene 335- son: Canelones, que hoy tiene 70; Rivera, con 25; Artigas con 24; Salto con 15; Maldonado tiene 14 asentamientos; 12 tienen Cerro Largo y Paysandú; Colonia tiene 11; Río Negro 9; Soriano 8; Tacuarembó 6; San José 5; Lavalleja, Rocha y Florida tienen 4; el departamento de Durazno tiene 3; y cierran la lista Treinta y Tres con 1 y Flores con un insólito 0.

Si bien, como decíamos, Montevideo redujo sus asentamientos de 346 a 335 en estos últimos dos años, Canelones de 77 a 70, o Colonia de 15 a 11, el resto del panorama no es del todo alentador. Maldonado, x ejemplo, pasó de tener 15 asentamientos en el 2008 a tener uno menos al 2010: 14. Incluso en otros departamentos del país la situación es del todo diferente: Rivera tenía 21 asentamientos en el 2008 y hoy tiene cuatro nuevos que suman 25 en total. En Artigas pasaron de 18 a 24; en Soriano de 6 a 8; en Río Negro (los pagos de Botnia-UPM) pasaron de 8 asentamientos a 9… y, como ejemplo más dramático, bien puede figurar Cerro Largo: en el 2008 tenían relevados 2 asentamientos irregulares, hoy son 12… Triste, pero real.

Para quiénes tengan esperanzas, la fuerza de la razón. Todavía atesoro en mi biblioteca un pequeño pero interesante trabajo realizado sobre el tema titulado “Se vive como se puede”, publicado x Editorial Alfa en 1968. En su contratapa se lee: “Un mundo de casillas de bloque, madera y lata y sus habitantes constituyendo un típico ‘barrio de emergencia’ [como se le decía a los ‘cantegriles’ o ‘cantes’ técnicamente x ese entonces] a menos de veinte minutos de 18 de Julio, es el escenario elegido para llevar a cabo una experiencia única y exclusiva en Uruguay.” (…) “Un equipo inquieto ha penetrado en la espontaneidad y en la sabiduría popular de un barrio de marginados. SE VIVE COMO SE PUEDE es el resultado electrizante de la cara de un Uruguay que se intenta esconder y olvidar para nuestra vergüenza.”

Hablando con la gente de uno de los pocos cantes que existían en aquellos tiempos surge rápido el convencimiento de que “los habitantes de la zona son gente desplazada de barrios más céntricos, especialmente x problemas de desalojo y falta de fuentes de trabajo, y del interior del país en busca de una solución para sus vidas, que no logran.” [Comprende bien el que lee hoy lo escrito en 1968: en el Interior del país NO EXISTÍAN ASENTAMIENTOS x ese entonces.]

“La imposibilidad de acceder a los servicios más elementales (agua, obras sanitarias, recolección de basura, etc.), las dificultades reiteradas para la obtención de un trabajo estable y satisfactoriamente remunerado o una formación técnico-cultural adecuada, el descreimiento y la falta de confianza que provocan una acción social acomodaticia y basada en la beneficencia, conforman una mentalidad pasiva y abierta al máximo paternalismo.”

De las charlas con esa gente surge el propio título del libro: “Se vive como se puede”. Una ratificación absoluta de aquello que siempre repetimos: SOPORTAMOS, COMPADECEMOS Y ADOPTAMOS.

Y también es una pauta reiterada la amarga conclusión de aquellos pobres hombres, mujeres y niños: “Ellos tiene la convicción de que los únicos que pueden ayudarlos y solucionar sus problemas, son los de ‘afuera’ que tienen ‘cuña’.”

Más de cuarenta años después la cosa no ha cambiado nada.

En todo el mundo cada vez hay más gente sobreviviendo en viviendas precarias…

Los cantes, los rancheríos, las favelas, las chabolas, las villas miseria… cientos de millones de personas encaran el día a día desde ese lugar, sea a las afueras de Nigeria o al norte de Montevideo.

El periodista argentino Jorge Orduna dijo alguna vez que “EN EL PRIMER MUNDO HAY GENTE QUE CREE QUE EN EL TERCERO SOBRA GENTE. NO ES UNA CONSPIRACIÓN. ES UNA IDEOLOGÍA.”

Pienso que no se equivocó. Lamentablemente…

DanielFigares