LA VOZ MAYOR DEL SUR

El 1º de setiembre de 2003, dando curso a una iniciativa del gobierno uruguayo, UNESCO incluyó en su programa "Memoria del Mundo" la colección de Horacio Loriente conteniendo más de 800 grabaciones de Gardel, casi en su totalidad placas originales que el gran gardeliano atesoraba en su casa del barrio Atahualpa. La voz del Mago recibía así un formal reconocimiento de su condición de Patrimonio de la Humanidad. Aunque hace justamente hoy -24 de junio de 2010- 75 años que esa voz es sólo réplica de la que fue, sigue y seguirá proyectando como ninguna otra un sentimiento acuñado en ese particular melting pot que se configuró en las ciudades del Plata a fines del siglo XIX y primeras décadas del XX. Ese "nicho" cultural fue la fragua de una expresión de hondo arraigo popular, que "pintó su aldea" y le habló al mundo. En Buenos Aires, Rosario y Montevideo, acunado por "bailarines compadritos" y "percantas amuradoras", nació y creció el "tango" -baile, música, poesía- hoy también reconocido como Patrimonio de la Humanidad, al igual que la voz de Carlos Gardel, su máxima expresión.

El justo orgullo de ser todos nosotros herederos del legado de esos tiempos, se ha visto oscurecido por enfrentamientos sobre el lugar de su nacimiento, cosa que debería dirimirse con la mayor objetividad y sensatez, sabiendo que esclarecido el hecho, su aporte iría un poco más allá de una siempre bienvenida precisión biográfica, cuyo contenido dificilmente justificaría mayores afanes posesivos. "Nací en Buenos Aires, Argentina, a los dos años y medio de edad", dicen que alguna vez dijo. Si así lo hizo, se adelantó a poner las cosas en su lugar, porque nadie niega que fue en Buenos Aires donde Gardel fue GARDEL. Algo tan verdadero como el muy notable aporte que a ese espacio cultural del Sur llegó desde "la orilla oriental del tango" -de Alfredo Gobbi a Humberto Correa-, un aporte a menudo desmerecido por nosotros mismos.

Siempre valoré la dedicación y seriedad con la que Silva Cabrera, Bayardo, Paysée y otros investigadores buscaron evidencias de una situación que durante décadas se había soslayado o asumido sin controversia (*). Yendo un poco contra la corriente, me preocupaba que pudieran tener razón, porque de comprobarse su origen uruguayo, la anécdota que cuenta Bayardo no dejaría bien parado a un Gardel que aparece diciendo a un amigo: " Mirá hermano, si yo dijera aquí en estos momentos que soy uruguayo, ahora mismo se acaba la fiesta para mí" (**). Me salvan de la incertidumbre los versos que pergeñara Hermenegildo Sabat. Me bastan dos estrofas:

Entréguese Don Carlos no demore

la mersa quiere saber dónde nació 

si en Toulouse como bate el diccionario 

o si Berta lo parió en Tacuarembó

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Aguante en el abasto esa sonrisa 

cuide la gola y empolve su pintuza 

siga cantando y no confiese nada.

Eso digo: siga cantando y no confiese nada. Y si al fin se prueba que Escayola y María Lelia tuvieron -entre otras culpas-, la "culpa" de su voz, se abrirá expediente aparte y vistas las consecuencias, se absolverán todas las transgresiones. Y todo seguirá como hasta ahora, salvando lo principal; no las peripecias de su vida sino su canto magistral calando hondo en el alma de la gente, por muchos 75 años más.

NOTAS:

(*) Cuando a fines de marzo de 1916 Pascual Contursi llega a Montevideo, El Día publica una breve nota que incluye este párrafo: "Noches pasadas tuvimos ocasión de oírlo en el Moulin Rouge donde cantó a pedido de la concurrencia algunos números de su repertorio, en el que figuran la mayor parte de las canciones del dúo Gardel-Razzano e infinidad de tangos a los que ha puesto letras de su cosecha". En algún momento de ese mismo año, pone letra al "Lita" de Castriota, que el dúo amigo cantaría en el Urquiza en enero del '17, y poco después Gardel llevaría  al disco con el nombre de "Mi noche triste", mojón inaugural del tango-canción. En esos tiempos, Contursi, Gardel y Razzano eran citados en la prensa como "cantantes criollos", y cuando había una precisión mayor, era sólo con relación a Razzano,"el oriental".

Otro ejemplo de ese contexto aparece en la nota publicada en el Suplemento Dominical de El Día del 9 de febrero de 1936 ("Homenaje de Montevideo a Gardel", pág. 2 y 3): "Los restos del cantor criollo fueron desembarcados el martes pasado en la Aduana de Montevideo, haciendo breve estación hacia Buenos Aires, en cuyo panteón de artistas reposarán. Esta tierra que él sintió por suya, eligiéndola como patria oficial cuando tuvo necesidad de declarar una en documentos y pasaportes, lo ha sentido gravitar por última vez, realizándose en su memoria un expresivo homenaje, hondo y sentido, espontáneo en el dolor de hombres y mujeres que rodearon el cajón en que se guardaba la urna con los restos".

También "sin que existiera la menor polémica respecto al nacimiento o la identidad de Gardel", Bayardo transcribe una necrológica aparecida en La Mañana al día siguiente de la tragedia de Medellín, donde se dice que "había nacido en la Segunda Sección Judicial del departamento de Tacuarembó", y agrega varias crónicas de 1933 (La Tribuna Popular, Imparcial, El Telégrafo de Paysandú) en las que se reiteran declaraciones del propio Gardel, una en particular, muy concreta: "Nací aquí, en Tacuarembó, lo que, por otra parte, por sabido, es ocioso aclarar".

(**) NELSON BAYARDO, Dos rostros para Gardel, Montevideo, Ed. Alfaguara-El Observador, 1998, p.51. Bayardo toma esa cita del libro de José Gobello Tres estudios gardelianos, p.57, haciendo constar que "Por respeto a los reconocidos valores intelectuales del señor Gobello, no puede pensarse que publicara una anécdota en cuya veracidad no creyera"

ILUSTRACIÓN DE PORTADA: Foto y texto con los que El Observador da pie a la nota de Álvaro Carballo publicada en la fecha (24.06.2010)