Aquiescencias
Columna de M.Dávalos.

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28.05.2007 19:27 / Mis artículos

"El proceso", de Franz Kafka (1925). (Andrés Bello).

 

  

En la obra literaria de Kafka la relación causa-efecto es temible. Cada parte en la comunicación parece defender su postura. Se crea el universo de la incomunicación, una realidad persistente donde viven los individuos.

La trama comienza con Josef K. que despierta en la habitación de la pensión donde reside y llama a la mucama para que le suba el desayuno, y en vez de venir ésta viene un hombre de traje negro, de temple lúgubre que junto a otro de similar característica le informan que ha sido arrestado. K. deberá vivir un proceso frente a una causa, delito o crimen que nunca se le es definido. Un proceso que en un principio no le impide seguir con sus quehaceres diarios (como desempeñar su alto cargo en un banco de la ciudad, ir a la taberna o visitar a su amiga Elsa) mientras cumpla con unos simples protocolos de rigor, como presentarse en ciertas oficinas una vez por semana. Es una justicia que le acoge cuando K. va y lo deja ir cuando éste se marcha.

Pero lentamente la trama comienza a bifurcarse y vemos a K. que por el contrario queda inmóvil, presa de un sistema jurídico corruptible, imperturbable en su alta jerarquía, con inacabables grupos de funcionarios que formando una imperturbable burocracia de ciclópea estructura no llegan a conocer las acciones de sus superiores. La burocracia es paciente sólo frente a sus propias reglas y hace lo que quiere con los hombres. En este “círculo” vemos al acusado en una actitud combativa frente a su situación, ejemplificada en el capítulo donde utiliza su capacidad de orador en una primera sesión sobre su proceso frente a unos hombres temibles con insignias en común dentro de una galería atestada de todo tipo de funcionarios. Como señala el propio Kafka: “El proceso se mueve dentro del círculo al que artificialmente se ha limitado”.

El misterio y la paranoia crecen con el pasar de las páginas. Personajes se suceden como la señorita Bürstner, el tío de K, el abogado, el pintor, Leni, Block y un sacerdote que le relata al acusado un pequeño relato acerca de “la ley”, que es tan famoso como el propio libro. Resumido, dice así:

 

“Un campesino se presenta a la ley pero debe atravesar una puerta, abierta de par en par, vigilada por un guardia de aspecto de bárbaro pero paciente con sus palabras. El campesino al creer que la ley es igual para todos desea entrar, mira hacia dentro, pero el guardia le dice que puede entrar pero no se lo recomienda. Una vez que pase esa puerta habrá otras con otros guardias de mayor poder que él y más temibles. El campesino teme y espera por años que se le de el permiso para entrar. Su conducta en un principio es de gritar y protestar pero luego, a medida que envejece sólo se limita a gruñir entre dientes. Entre inútiles súplicas, interrogatorios y sobornos se da una relación entre guardia y campesino y así pasa la vida de éste último. Finalmente el campesino pregunta al guardia, sintiendo el peso de su muerte: Si todos aspiran a entrar a la ley, ¿cómo se explica que en tantos años, nadie, fuera de mí, haya pretendido hacerlo? El guardia, al ver al anciano campesino próximo a su fin, sentencia: Nadie sino tú podía entrar aquí, esta entrada estaba destinada sólo para ti. Ahora me marcho y la cierro”.

  

El proceso es un libro que como el grueso de la obra de Franz Kafka nunca hubiese visto la luz si no fuese por su amigo Max Brod, que decidió publicarlo más allá de la voluntad de Franz de destruir todos sus escritos. “Inacabado” fue cómo calificó el autor a este libro, pero según su amigo, la trama bien puede continuar hasta el mismo infinito. A Brod se le debe poco menos mérito que al propio escritor en el rescate, cuidado y en dar a conocer una obra literaria atemporal. La pregunta es la siguiente: ¿qué sería del sufrido Franz Kafka sin Max Brod, o de Karl Marx sin la amistad de Friedrich Engels?

Asimismo ha tenido destacadas adaptaciones al cine: Orson Welles lo logró con justicia en 1963, y en 1985 Terry Gilliam basó su film futurista Brazil influenciado por este universo kafkiano.

 Esta es una historia acerca de un engaño, una pesadilla o un laberinto del absurdo. Pero nunca dejará de ser una de las más valientes metáforas acerca de la extraña condición humana.

 

 

 

 

M. Dávalos.

 

 

 

 

 

Franz Kafka (1883 – 1924). Otras obras: La metamorfosis (Novela - 1917), Carta al padre (Diario - 1919), El castillo (Novela - 1922), Diarios (1910-1923), América (Novela - 1927), Cuentos completos (1971).

 

 

 

 

  

Ilustración: A.H



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Sobre mí
Tiene 26 años. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, egresado de la Universidad de la República. Escribe sobre literatura, cine, y arte en general.

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