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20.07.2009 15:39 / Mis artículos

El día del zaguero

Finalmente, el Partido Colorado presentó su fórmula. El nombre fue una verdadera sorpresa. El ex futbolista y técnico, Hugo De León, será el candidato a la Vicepresidencia de la República. Esta curiosa movida de Pedro Bordaberry merece sin duda un comentario. Antes, permítaseme realizar una introducción sobre la actual situación del Partido Colorado.

La votación alcanzada por el Partido Colorado en las internas ameritó dos tipos de evaluaciones. La primera es la optimista. Los colorados consiguieron el 12% de los votos, superando los pronósticos y estimaciones de las encuestadoras, lo cual debe ser valorado como un resultado estimulante. En esta línea, la votación interpretarse como un respaldo de la ciudadanía colorada hacia en el proceso de renovación partidaria iniciado y liderado por el ganador de la interna.

La segunda interpretación es la pesimista. Los colorados lograron en junio una votación menor que la registrada cinco años antes, cuando el candidato común de la 15 y el Foro, el escribano Stirling, monopolizó la casi totalidad de los sufragios partidarios. Curiosamente, a pesar de contar este año con una competencia abierta de tres candidatos, que representaban a tres fracciones importantes del espectro partidario, los colorados no lograron concitar más adhesiones que en 2004, por lo cual ese resultado no admite dos lecturas y debe ser considerado como un fracaso.

Sin duda, ambas lecturas de la votación tienen parte de razón. En virtud de las nefastas previsiones que anunciaban las encuestas, el resultado alcanzado por el actual Partido Colorado fue muy bueno, pues quebró la barrera psicológica del 10% consagrada en octubre de 2004. Pero comparando esa votación con lo que sucedió cinco años antes, el resultado no parece ser tan alentador. Conciente de ello, Pedro Bordaberry anunció que se tomaría su tiempo para diseñar una fórmula que contribuyera a potenciar el desempeño electoral de su partido en octubre. Advirtió con sapiencia que no colocaría a un hombre de Vamos Uruguay y que buscaría contemplar en la decisión a la minoría.

Las primeras sugerencias de algunos dirigentes fueron un tanto mecánicas. Exigieron conformar rápidamente la fórmula con el segundo de la contienda, José Amorín, tal cual lo habían hecho el Partido Nacional y el Frente Amplio. Las siguientes sugerencias, un tanto más razonables, plantearon la necesidad de incorporar a un representante batllista a la fórmula, de forma tal de contribuir al desarrollo de la otra ala partidaria. Se buscaba complementar al candidato con una figura de centro que otorgara una mayor capacidad de llegada a un electorado insatisfecho con las ofertas propuestas por los otros partidos. Así, se mencionaron entonces los nombres de Germán Rama, Tabaré Viera o Carlos Maggi como posibles acompañantes.

Sin embargo, Pedro Bordaberry no actuó en arreglo a ninguna de esas dos sugerencias. Ni fue a buscar al segundo de la contienda, como lo hicieron Lacalle y Mujica, ni procuró hallar un candidato con probada fe batllista. Escogió en cambio a un hombre que no viene de la política, a un outsider con trayectoria deportiva. Se nos dirá con razón que De León fue siempre colorado, que muchas veces respaldó públicamente a su partido, y que incluso en las últimas elecciones de junio recorrió el país pidiendo el voto. Eso es cierto. Sin embargo, no menos cierto es que se trata de una figura que adquirió notoriedad y fama a partir de su desempeño en ámbitos no políticos, por lo cual resulta razonable considerarlo como un outsider al elenco político tradicional. Por tanto, debemos formularnos la pregunta de si De León beneficia la chance del Partido Colorado en octubre, y si su figura por sí sola contribuye a la captación de nuevos votantes para el partido.

En Uruguay, a diferencia de otros países, no es frecuente que figuras del deporte o del ambiente artístico sean proyectadas como candidatos. Normalmente, cuando una figura popular se proyecta a la política, suele pasar por los complejos filtros partidarios. Allí, deben dar prueba de adhesión y lealtad al lema, y aprehender las herramientas básicas del quehacer político. Por esa razón, Uruguay carece de ejemplos rutilantes como los de Reutemann en Argentina (ex piloto de Fórmula 1 y más tarde gobernador de Santa Fé) o Schwarzenegger en Estados Unidos (actor de Hollywood y gobernador del Estado de California). En esos casos, echar mano a un artista o deportista, supone tomar deliberadamente un atajo que busca transformar popularidad individual en votos partidarios. En Uruguay ese método no funcionó nunca. El problema de convertir popularidad en sufragios continúa siendo un enigma no resuelto por los partidos. Políticos populares como Arana o Stirling, cuyas gestiones gozaban de un amplio respaldo ciudadano, nunca lograron grandes performances en elecciones para cargos nacionales.

En mi humilde opinión, no creo que Bordaberry haya pensado en obtener un rédito adicional con la inclusión de un deportista famoso en su fórmula. Bordaberry no tiene un pelo de tonto, y parece ser conciente de los límites reales de su compañero de fórmula. Él sabe que De León es un hombre respetado y querido en el deporte, pero que sus dotes naturales no lo conducen a ser un potencial líder carismático. Su escasa simpatía (casi siempre parece enojado) y su pausado discurso (casi primitivo para lo esperable de un político) lo vuelven un personaje adusto e incapaz de arrancar del hombre común una adhesión irracional. Las virtudes entonces están en otro lado. Su seriedad le otorga un sentido de responsabilidad, su prestigio en juego le genera una cuota altísima de confianza.

Si todo esto es así, entonces cuál es la razón de la apuesta de Bordaberry. A mi juicio, el líder de Vamos Uruguay está muy interesado en exponer y potenciar la ruptura con la vieja guardia colorada. Para eso buscó una figura incontaminada e inmaculada, incuestionable en términos éticos, y dispuesta a ofrecer una nueva versión del dirigente colorado. Si se escucha con atención las palabras del ex zaguero de Nacional, se notará una apelación al votante colorado tradicional, con el objetivo de respaldar la necesaria e imprescindible renovación. En su lógica, De León procura enaltecer, al igual que lo hace Bordaberry, el deber ser colorado, clave del éxito de Vamos Uruguay. La consigna "levantá tu bandera" está orientada en esa dirección, o sea en la idea de recobrar el orgullo de ser y votar colorado.

Presumo que De León no traerá votos adicionales al Partido Colorado, pero fortalecerá la tendencia renovadora iniciada por Bordaberry basada en la recuperación de votantes colorados. El mensaje es "aquí hay algo nuevo y es creíble" y eso sólo se logra con una figura exógena a los típicos círculos partidarios, donde la influencia de los viejos caudillos siempre se hace notar.

No sabemos si Bordaberry tendrá éxito en esta quijotada. Algunos analistas han recibido el anuncio con buenos ojos. Yo prefiero ser cauto y tratar de comprender las razones. Las próximas encuestas nos dirán como larga rumbo a octubre y si la estrategia renovadora hace alguna diferencia. Queda en pie todavía el problema de estructurar un ala batllista creíble y potente. Sin una configuración de por lo menos dos vertientes, difícilmente el Partido Colorado logre una buena performance en octubre, pese a tener una fórmula renovada.

Los historiadores narran que en 1962, algunos dirigentes colorados hacían gestiones para que el partido presentara una única lista al Senado en las elecciones. El derrumbe de la lista 14, el predominio de la 15 y el deseo de recuperar el gobierno, orientaban a muchos en esa dirección. Al ser consultado, Luis Batlle se opuso radicalmente por considerar que las elecciones en Uruguay se ganan con una oferta amplia de listas y sectores. La negativa condujo a los colorados no quincistas a fundar un nuevo agrupamiento, la Unión Colorada y Batllista, con el liderazgo de Oscar Gestido. En 1966, el sector y su líder ganarían la elección. Esa enseñanza debe estar presente hoy. Al Partido Colorado le está faltando la otra pata. La fusión del Foro y la vieja lista 15 en único conglomerado, apunta precisamente a eso. Esperaremos ansiosos los resultados.

En síntesis, Bordaberry sorprendió a todos con la designación de De León. La dupla se apresta a iniciar la patriada por la renovación partidaria, procurando alcanzar una buena votación que se traduzca en una importante bancada parlamentaria. Si esa decisión es acompañada por la conformación de un ala batllista también renovada, quizás la suerte colorada no sea tan mala como algunos pronostican. Veremos entonces si el último domingo de octubre es, en definitiva, el "día del zaguero".

20 de julio de 2009



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Profesor e Investigador del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República

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