Montevideo PortalColumnistas
Cybertario

Cybertario

Todas las columnas de Gerardo Sotelo.

Sobre el autor

Con más de treinta de trabajo como periodista, se destaca como conductor e informativista de radio y televisión.

Más columnistas

imagen del contenido Escribe Pablo Mieres
La conmemoración de un nuevo 8 de marzo puso en debate un conjunto de significados que han generado múltiples polémicas.
imagen del contenido Escribe Nacho Vallejo
imagen del contenido Escribe Gerardo Sotelo
imagen del contenido Escribe Ana Jerozolimski
“Al ver las imágenes de Juan Guaidó regresando a su país (. . . ) lloré de emoción.

En mente sana

20.Ago.2008

El desempeño de los atletas uruguayos que compitieron en Beijing fue entre discreto y penoso. Y eso por no hablar de sus explicaciones posteriores. Mientras los atletas del resto del mundo van a los juegos olímpicos a conquistar medallas y gloria, los uruguayos apenas si compiten para ganar experiencia. El objetivo sería de recibo si cuatro años después se lograran mejores guarismos, pero nada indica que el deporte uruguayo esté siguiendo el camino de la mejora continua. Por el contrario, todo parece una excusa para que viajen los dirigentes mientras los deportistas siguen sumidos en la resignación y la autojustificación.

Los uruguayos somos especialistas en buscar excusas para no triunfar. Una de las más recurrentes es la alegada falta de recursos materiales, lo que nos impediría desarrollar un deporte altamente competitivo. Claro que eso no explica cómo los argentinos, sin ser mucho más ricos, obtienen resultados extraordinarios. Y eso por no hablar de Mongolia, cuyo ingreso per cápita es cinco veces menor al uruguayo pero cuyos atletas se llevan de Beijing por lo menos una medalla de oro y otra de plata.

También suele utilizarse como excusa el reducido volumen de nuestra economía, bastante menor por cierto al de nuestros vecinos y otros países de mejor desempeño olímpico. Pero eso no explica cómo Armenia, con la mitad del PBI de Uruguay, se las ingenió para obtener cinco medallas de bronce, mientras que Dinamarca, con una economía doce veces más grande que la de los armenios, debe conformarse con una única presea bronceada.

¿Será una mezcla de falta de recursos materiales y de capacidad organizativa? No parece. El kayakista irlandés Eoin Rheinisch perdió la medalla de bronce a manos de Benjamin Boukpeti, de Togo, aunque su país produce cada año treinta y seis veces más riqueza que el africano. Y eso por no hablar de capacidad organizativa.

Hay quienes apelan al argumento demográfico para explicar nuestros fracasos deportivos. ¿Qué puede hacer este "paisito" con apenas tres millones y poco de habitantes? Habría que preguntarle a Panamá, que tiene la misma población de Uruguay y eso no fue obstáculo para que Irving Saladino conquistara la medalla de oro en salto. Saladino encabezó una delegación de apenas cinco atletas y dejó en segundo lugar al sudafricano Khotso Mokoena, en cuyo país viven cuarenta y tres millones de personas.

La explicación a nuestra ausencia en el medallero olímpico no hay que bscarla en la pistas ni en las piscinas ni en las cuentas bancarias sino en el espíritu. Esa inercia que nos condena a repetir el camino del fracaso, esa aversión al riesgo de perder por querer ser mejores, esa autopercepción de pequeñez y ese recelo hacia las personas de rendimiento excepcional, nos condenan a quedar excluidos de cualquier podio. Después de todo, un país que convirtió su mayor hazaña deportiva en un trauma colectivo no puede aspirar a ganar medallas ni experiencia. Antes que en las pistas y en las piscinas, el triunfo está en la mente, pero entre nosotros no está bien visto soñar tan alto. No vaya a ser cosa.



Más artículos de Cybertario

02.Mar.2018El regreso de Mr. Chasman

03.Nov.2017Verdades que mienten

20.Oct.2017Relaciones tóxicas

06.Oct.2017España y nosotros

29.Sep.2017Otra política