acerca de patrimonios varios
algunas reflexiones sobre nuestros "lugares de la memoria"

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13.03.2007 16:36 / CARTAS, PONENCIAS Y OTRAS INTERVENCIONES

DE RECICLAJES Y PATRIMONIOS (*)
¿TODO VALE?

La falta absoluta de una política de restauración, tanto en el ámbito estatal como en el autonómico, y la carencia de una crítica serena de los que estamos haciendo, vienen causando estragos en el patrimonio español bajo la bandera del “todo vale”. (1) 

                   Una primera aproximación al tema impone la referencia a una situación de aparente desfasaje entre la proliferación de intervenciones en construcciones preexistentes -muchas de ellas de valor patrimonial- que se ha registrado entre nosotros en los últimos años, y el estado de las cosas en nuestro país, tanto en lo que hace al plano económico, socio-político y cultural como al estrictamente académico. En cualquiera de estos campos, no es tarea fácil encontrar las razones y los incentivos que han permitido concretar un número importante de emprendimientos, parte de los cuales seguramente hubiera merecido la atención de nuestros técnicos en el caso de que similares experiencias se estuvieran realizando en el “primer mundo”.  .         

                     Es probable que estemos recogiendo la siembra lenta de los primeros que entre nosotros abordaron esa problemática, generando iniciativas y acciones concretas que tal vez no hayamos aún valorado en toda su dimensión  (pienso en Arredondo y en Pivel); de impulsos más recientes como el del Grupo de Estudios Urbanos y la Sociedad de Arquitectos del Uruguay en el inicio de los ochenta; o del efecto que derivaría de la inclusión de Colonia del Sacramento en el listado de UNESCO. Estas y otras cosas determinaron un sensible avance en la consideración del patrimonio construido, evidenciado particularmente en diversas instancias institucionales (formación de comisiones especiales, creación y consolidación del “Día del Patrimonio”, definición de políticas urbanas atentas a la herencia del pasado, etc.), procesos en los que jugaron un papel decisivo los arquitectos Luis Livni y Antonio Cravotto, siendo especialmente relevante la gestión del actual Intendente de Montevideo, el arquitecto Mariano Arana.           

                     Sin perjuicio de un reconocimiento que debería extenderse a múltiples actores,  es también notoria la inexistencia de una formación específica sobre el área en cuestión ( el primer curso de posgrado a nivel de “Diploma” acaba de dictarse en la ORT ), y la precariedad de la incidencia de esa temática en la formación curricular de los arquitectos; así como también es notoria, con excepciones que confirman la regla, la escasa posibilidad de realizar un abordaje crítico de experiencias ya concretadas o en proceso de serlo -aquí o en el extranjero- por grande que fuera su importancia. Limitación que conduce a la dispersión de esfuerzos y a la multiplicación de operaciones que no se confrontan ni se evalúan y que aparecen como opciones igualmente válidas y atendibles, aunque de hecho no lo sean (¿a alguien se le ocurriría cambiar por aluminio las ventanas de madera de la casa de los Pérez, cuando disponemos de las piezas originales?, pero , ¿vale similar interrogante con relación a la actual sede del BID o al Teatro Solís?... ; no habrá seguramente una respuesta automática).           

                  En ese contexto, no es de extrañar que el debate europeo sobre la obra de Giorgio Grassi en el teatro romano de Sagunto haya tenido entre nosotros una escasa repercusión. Cuando se tocó el tema ante Antón Capitel en un inusual encuentro en la Facultad de Arquitectura, no pudo apreciarse un particular involucramiento de los asistentes y eso en alguna forma es comprensible. Menos comprensible es en cambio, la atonía general frente a experiencias que se desarrollan entre nosotros y que por tantos motivos están exigiendo una aproximación crítica que permita separar la paja del grano y generar un avance cualitativo que nos aleje de la improvisación y del “todo vale” que tanto inquieta a Navascués.                       

DE INSTRUMENTOS Y CONTENIDOS 

recycling (sustantivo) : proceso de tratar cosas como papel o acero para que puedan ser usados nuevamente (proceso importante para ayudar a proteger nuestro medio ambiente) (2) 

Usaremos la palabra patología (*) como sustantivo, exclusivamente para designar la ciencia que estudia los problemas, su proceso y sus soluciones, y usaremos el adjetivo patológico para calificar los procesos y estudios relativos al tema (proceso patológico de un elemento constructivo o estudio patológico del mismo, para determinar su proceso o su resolución). (3) 

(*) del griego phatos (acontecimientos que generan afectación; lesión o enfermedad) y logos (estudio)                 

               Esa práctica de escaso rigor teórico que domina entre nosotros, encuentra un caudaloso cauce de expresión en el mal uso y abuso de términos tales como patología y reciclaje. Sobre el primero bastaría la cita precedente para encuadrar su uso dentro de límites pertinentes. El segundo en tanto, se aplica a cuanta cosa haya sufrido algún cambio, aunque en rigor se trate de una intervención en una construcción preexistente, con vista a su consolidación y rehabilitación, procurando su adaptación a nuevas condiciones de uso y poniendo en valor los elementos que la caracterizan, tanto más cuando mayor fuere su significación patrimonial. Un operativo que poco tiene que ver con un proceso tendiente a rescatar la materia prima de un objeto para producir otro sin vínculo alguno con su formalización original. ¿Por qué hablar entonces de reciclaje ?...         

               Si convenimos en esa higiene del vocabulario, no adelantaremos gran cosa sin abordar el tema del patrimonio y del patrimonio construido en particular. En los años sesenta, cuando la influencia de la “vanguardia” -su obra directa- hacían estragos en el tejido de cuanta ciudad era ganada por “la piqueta fatal del progreso”, el libro de Francoise Choay “Urbanismo: utopías y realidades” aportó una visión crítica y un enfoque cargado de sensatez que sonaba como la voz del niño de la fábula, cuando no veía el manto inexistente del emperador. Treinta años después, en “L´Allegorie du patrimoine” (4), renueva igual espíritu removedor al abordar una temática que en ese mismo período había dejado de ser una cuestión de especialistas para constituirse en un verdadero “culto ecuménico”, tratando de “situar el patrimonio histórico construido en el núcleo de una reflexión sobre las sociedades actuales e intentar, por consiguiente, evaluar las motivaciones reivindicadas, reconocidas, tácitas o ignoradas en que se fundamentan hoy en día los comportamientos patrimoniales ...”.  He aquí un planteo que debería estar también en el centro de nuestra reflexión. Aunque de hecho lo está escasamente.         

                Un primer punto a despejar tiene que ver con la visión del patrimonio como una herencia consagrada e incontestable que sólo exige de nuestra parte cuidado y reverencia, cuando en rigor es parte de un “relato” funcional a la cohesión e identidad de una comunidad en determinada etapa de su historia, cosa que supone siempre, por un lado, la existencia de un objeto material o inmaterial con capacidad de asumir esa condición de referente; y por otro, la asignación de ese valor de referencia, resultante de una práctica social aleatoria, que hoy pone el foco en determinadas cosas -alineadas con los valores dominantes- y mañana lo pondrá en otras-.. asumiendo que memoria y olvido, permanencia y cambio, son parte y contraparte de una misma trama.        

               Cabe agregar que hablar del patrimonio resulta una simplificación excesiva, cuando correspondería con mayor rigor hablar de los patrimonios, con distintas escalas y contenidos. Estaremos así más cerca de la realidad de las cosas, pudiendo dar mayor relevancia a los que podríamos llamar “patrimonios cercanos”, sin limitarnos a las “obras de excepcional valor universal” o a las incluidas en los listados de protección oficial (aunque unas y otras merezcan nuestra mayor atención). Igual énfasis cabría en cuanto a la necesidad de que las políticas patrimoniales estuvieran estrechamente ligadas a las políticas de desarrollo urbano y territorial, de modo de evitar mutuas afectaciones, y también -y diría que fundamentalmente- con las políticas educativas; desde el momento en que el patrimonio es el fruto de una construcción social, pues que sea entonces una construcción democrática que a todos nos involucre. Y que sea a su vez un factor de crecimiento, porque aunque parezca un contrasentido, en tanto “capital social” - que está en nuestra manos despilfarrar, conservar o acrecentar - el patrimonio es cosa del futuro. 

CONSTRUIR TAMBIEN DESDE LO CONSTRUIDO 

Modificar un monumento provocando su metamorfosis será entender por completo su configuración, apreciar sus valores y diagnosticar sus carencias en el ámbito de una interpretación arquitectónica satisfactoria. Pero será, asimismo, aplicar recursos compositivos, formales, especialmente meditados, tanto en su significación frente a la obra en que se actúa como en su propia naturaleza. Instrumentos que dan respuesta, con una configuración nueva, tanto a las carencias de lo antiguo como al respeto por sus cualidades.(5)                                     

                 Si Picasso hubiera pintado sobre las telas de Goya y éste sobre las de Velásquez -y luego otros sobre las de aquél-, viviríamos en un mundo culturalmente empobrecido. En el ámbito del espacio construido se dan procesos parecidos, a veces con apariencia de cosa inevitable. Pero si miramos hacia el pasado, vemos que las prácticas de adaptación de una preexistencia a un nuevo contexto de uso -construyendo desde lo construido- nada tienen de nuevo ni de excepcional, tampoco de catastrófico, y que forman parte de la experiencia corriente de constructores y arquitectos, Así por ejemplo la Ciudadela funcionó más de cuarenta años, hasta su demolición, como sede eficiente del muy problemático “mercado de la verdura”, ubicado originalmente en la plaza Matriz y para el que Toribio había proyectado – sin poder concretarlo - un escenario no muy diferente al que ofrecía el patio de armas de la vieja fortificación.              

                También el edificio que construyó el ingeniero Edouard de Castel para Francisco Estévez en sus buenos tiempos – que duraron poco-, es un caso que Capitel podría hacer suyo para ejemplificar ese proceso de “metamorfosis” que toda construcción tiene en potencia y que a veces se desencadena y reitera con particular dinamismo. Tal el caso que nos ocupa, primera sede de Gobierno que sustituyó al Fuerte heredado de la Colonia, acondicionado según gustos y necesidades del gobierno de turno y adaptado en los años cincuenta a los requerimientos del sistema colegiado -nueve ventanas a la Plaza en imprevista correspondencia con otros tantos miembros del Consejo-; vinieron luego otras adaptaciones forzadas y con el retorno de la democracia, nuevas reformas -harto polémicas- para una función limitada ahora a lo protocolar, más la inserción reciente de un desarrollo museístico, etc. Desde Capurro a nuestros días, como vemos, la modificación ha sido la norma ...                            

                  Siguiendo estos ejemplos, podríamos hablar con propiedad del reciclaje de las piedras de la muralla, convertidas en cimientos y adoquines de la ciudad en expansión; de la rehabilitación de la fortaleza ya obsoleta en su función militar y de su adecuación a una nueva función, y de los sucesivos trabajos de adaptación  -funcional y semántica- de la casona de los Estévez a partir de su cambio de destino en tiempos de Latorre, agregándose en este caso la condición de “monumento histórico” que el edificio asume ya entrado en la segunda centuria de su existencia.  

LA COMPLEJA CONTINUIDAD CON EL  PASADO

                ¿Qué significado tiene este último estado de cosas? Situemos el problema en términos más amplios y mejor ajustados al concepto actual de los bienes patrimoniales -entre los cuales pueden contarse los monumentos y seguramente los monumentos históricos, pero no sólo ellos-, entendidos como bienes culturales a los que se atribuye una significación particular y que son, en razón de esa valoración, objeto de una protección específica. Una protección que no significa congelamiento, sino posibilidad de vigencia o reinserción en el escenario de vida de la comunidad, con atención a la doble polaridad que está implícita en su condición, en los términos expuestos por Césare Brandi. Se genera por ello en toda intervención de mantenimiento, rehabilitación o recalificación de un bien patrimonial, cualquiera sea su escala, una tensión entre su valor como documento y su valor artístico (entendido como valor disciplinar específico, en nuestro caso: arquitectónico y urbanístico), con la consecuencia de que el resultado será un bien de valor acrecido o disminuido, pero nunca ajeno a los méritos o deméritos (o mejor dicho, sensibilidad y conocimiento o sus respectivos opuestos) de quien asume la responsabilidad de una intervención que no siendo ajena a la disciplina arquitectónica,  requiere enfoques y apoyos específicos. 

                 Este planteo está implícito en intervenciones de resultado apreciable, como sin duda lo son las operadas en el ex Hotel del Prado; el anexo de la ex Casa Mojana; o las obras en proceso en el Hotel Carrasco, más otras de igual rango. Tomemos este último ejemplo, ilustrativo de un enfoque en todo sentido adecuado a las características del problema y también de una relación bien encaminada con la Comisión del Patrimonio, derivando de ello una solución de logrado equilibrio entre los muy notables valores de la preexistencia - atentamente relevados y evaluados-, y las intervenciones resultantes del proyecto global de rehabilitación, cuidadoso del carácter de la obra original -ahora liberada de injertos y anexiones ajenos a su propia lógica- y ajustado a su vez a nuevas necesidades programáticas que hacen justamente a la sobrevivencia de un edificio por tantas razones emblemático. Deriva de allí un resultado en todo sentido positivo, que será apreciable a corto plazo. Igual balance es aplicable a la obra de Rafael Lorente en Mojana, exponiendo un diálogo armónico, a la vez respetuoso y audaz, entre la construcción original y la intervención de rehabilitación y adaptación a un nuevo contexto de uso, con especial atención de aspectos tipológicos, constructivos y de presencia urbana. 

                     Esos ejemplos y otros que con similar mérito podrían agregarse, no ocultan la proliferación de intervenciones carentes de todo fundamento técnico, incluso expresivas de la triste vigencia de ese “vandalismo ilustrado” a que hiciera mención Bauzá en su intervención en el Senado de la República en julio de 1896, bregando sin éxito por legar al futuro la que fuera residencia de Joaquín Suárez. Así vemos perder para siempre revoques nobles -como sin duda lo es el “símil piedra París”-  probada ya la posibilidad de su recuperación y eventual reconstrucción (valga el ejemplo del ex Hotel Colón), o perder la identidad de una obra por negarse a analizar lo que ella representa y vale, poniendo por delante las urgencias proyectuales del técnico (i)responsable. También entre varios ejemplos posibles, tomo uno particularmente ilustrativo de los déficits que debemos enfrentar: pocos edificios hay en Montevideo tan valiosos como el Hospital Italiano, pero cuando hay que atender a un siempre postergado y ahora imprescindible proceso de mantenimiento, se pierde el revoque con color incorporado y se corre el riesgo adicional de ver comprometida la unidad formal del conjunto, al tratar de enmendarle la plana a Andreoni, amagando con destacar las columnas metálicas de la albañilería (hoy con protección antioxidante ... mañana no se sabe).   

                   ¿Cómo serán las intervenciones que seguramente seguirán en los próximos años en obras tan valiosas como Pablo Ferrando, el Palacio Sud América, el Jockey Club, el Hotel Piramydes o la misma Casa Soler, Reus al Norte; el casco viejo de Peñarol, Calera, Narbona, Liebig-Anglo, Mbopicuá, etc. etc.?.¿Tendremos por fin un Plan de Gestión para Colonia del Sacramento? Si despejamos las incógnitas y superamos las debilidades que hoy nos afectan, nada impide apostar al mejor resultado posible. Una apuesta que los buenos ejemplos ya concretados hace lucir con razonable probabilidad. 

NOTAS:  

(1)  PEDRO NAVASCUÉS (N° 33 de “ARQUITECTURA VIVA”/nov.-dic. 1993)

(2)  LONGMAN: “DICTIONARY OF CONTEMPORARY ENGLISH”

(3) JUAN MONJO CARRIÓ: “LA PATOLOGIA Y LOS ESTUDIOS PATOLÓGICOS” EN    “TRATADO DE REHABILITACIÓN” /TOMO 2/ UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID

(4)  EDITIONS DU SEUIL / PARIS / 1992/96/99 . VERSIÓN PARCIAL EN ESPAÑOL EN EL NUMERO ANTES CITADO DE “ARQUITECTURA VIVA”

(5) ANTÓN CAPITEL: “METAMORFOSIS DE MONUMENTOS Y TEORÍAS DE LA RESTAURACIÓN” / EDITORIAL ALIANZA FORMA   

(*) PUBLICADO EN EL Nª 48 DE LA REVISTA "ELARQA"

 



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