DE MARÍA. Para pensar con ustedes



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13.08.2012 15:41 / Mis artículos

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Un sistema nacional de algo busca estimular cierta actividad en el país, dondequiera y en la forma en que se desarrolle. Se trata de apoyar cierta producción intelectual teniendo en cuenta sólo su creatividad y formación de pensamiento o sensibilidad, porque se entiende que contribuye a la riqueza esencial de la sociedad. Esto implica la selección de personas que se presentan a una convocatoria, lo que ya es un reconocimiento, y un estímulo económico mensual sujeto a renovación.

El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se instituyó en el período de gobierno 2005 -luego cuento sus antecedentes-, se aprobó en 2008; hubo un largo trabajo de selección y los primeros investigadores del sistema se nombraron a principios de 2009.

La idea de un Sistema Nacional de Artistas se propuso justamente en esa ceremonia, cuando se nombró a unos 1000 investigadores, en la sala de conferencias del Solís. Era casi un festejo, una señal fuerte de que un gobierno considera que el conocimiento o la creación son de importancia para la sociedad. Ahora hay unos 1500. A los científicos les encantó la idea de un apoyo a los artistas para lo mismo, para que pudieran crear con mayor tranquilidad y contribuyeran al conocimiento y la cultura. Fue una alegría verlos generosos y con visión amplia de la densidad de la trama social e intelectual. En efecto, una sociedad tiene o no tiene un caldo de cultivo en que se desarrolla su potencial creativo.

Logramos que entrara en el programa del Frente con bastante trabajo, simplemente porque no se entendía del todo. Al fin tomaron el nombre poco eufónico de FEFCA (Fondo de estímulo a la formación y creación artísticas). En el presupuesto 2010 aparecieron, como corresponde, porque estaban en el programa, pero con una dotación muy pequeña. ¡Menos de 70 al lado de 1000! Hubiera sido bueno hacer el primer llamado enseguida para mostrar que hay muchísima gente que vale, a fin de aumentar los recursos en las rendiciones de cuentas sucesivas. Por varios motivos y con la mejor voluntad, se llamó en 2012, cuando ya no queda ninguna en el período de gobierno. A un ministerio de economía (a cualquiera, y es natural) siempre le cuesta más embarcarse en algo que luego hay que sostener, un compromiso de muy largo plazo, que decidir una inversión o un premio. Justamente por eso es importante sacar adelante un sistema, porque genera confianza más allá de las idas y vueltas electorales o de la persona que ocupa cierto cargo. Por eso vale más de lo que su dotación por año; es un compromiso de la sociedad con la creación.

Hay que explicar el concepto de caja de herramientas. Distinguir herramientas y nunca sustituir un tipo por otro; cada herramienta es lo que es y cuando se trata de usar la misma para todo se termina deformándola.

Eso en la ciencia se ve claro. El sistema de investigadores es para apoyar a personas que crean ideas y que a su vez forman a otras directa o indirectamente. No es esencial que trabajen en determinada institución. Lo que vale es la creación en cualquier campo, porque se está desarrollando capacidad intelectual, y no debe pesar que sea teórica o aplicada, por ejemplo. En los llamados a proyectos, que cubren varios temas, se puede -y debe- priorizar aquéllos en los que el país tiene especial interés. No tiene sentido que el estímulo económico del sistema sea mayor para quienes cultivan ciertas disciplinas de investigación. Hay que entender la especificidad de cada herramienta. Si queremos más ciencias agrarias, por ejemplo, hay que dar más becas de iniciación y llamar más proyectos en eso. No se aumenta la producción de la gente por pagarles unos pesos más a los que ya se dedican a algo, y no se convierte a filósofos en agrónomos, por decir algo simplista.

¿Cuál es aquí la especificidad de la herramienta? ¿En qué difiere de premios, salones, festivales y otros?

La idea es un apoyo complementario y diferente a lo que son salones o premios o fondos concursables, estos últimos muy parecidos a proyectos. Otra herramienta, más sistemática. No es sólo por la forma de aportar los recursos, mensualmente frente a una cantidad junta. Después de todo una persona ordenada puede convertir uno en otro; ya sea usar un premio durante un lapso largo o ahorrar el aporte mensual para una inversión. Un aspecto diferenciador ya nombrado es la perdurabilidad: si se adquiere un compromiso con un colectivo, y aunque todo se puede cambiar si la democracia lo quiere, hay una seguridad razonable de continuidad. Es más fácil decir, en cambio, que este año no hay determinado premio. La continuidad genera confianza y tranquilidad, condiciones espirituales deseables para la creación.

Es también, y sobre todo, que los criterios pueden ser distintos, en un caso por obra y en otro por trayectoria o incluso por expectativas. Por ejemplo, en un salón o en un Florencio se premia obra, aunque el corpus pese en el ánimo de algunos jurados. En un envío a una bienal o festival se elige obra o programa y se los calibra según el efecto que puedan causar en ese evento. En un sistema de artistas se atiende a trayectoria, expectativas, línea estética, originalidad, coherencia, formación de  criterios o formación de personas. Y se debería juzgar no ya por obras presentadas sino visitando talleres, viendo puestas teatrales, películas, danza o lo que fuera, en el caso de artes escénicas incluyendo ensayos. O leyendo y analizando obra literaria. Se precisa un jurado que trabaje un buen tiempo.

Sería un excelente camino para el apoyo privado. Los privados que contribuyeran con fondos para acrecentar un sistema de artistas pasarían a la historia porque se genera un despliegue y una creación irreversibles y fecundos. Mucho más que con un evento esplendoroso.

Hace más o menos una semana se divulgó la lista de seleccionados en el nivel III, sobre la que oí juicios variados. Carencia de mujeres salvo en danza, edades, condiciones para actuar como asesores en la selección de otras personas, pertinencia de proceder en dos etapas dada la cantidad, interpretación del significado de formación (de pensamiento, sensibilidad, personas, público, distinción del concepto de docencia), cantidad y monto de los apoyos. Todo es atendible y todo es mejorable.

Muchas personas de las ciencias recordarán el Fondo Nacional de Investigación, predecesor del SNI. Varios recorrimos un difícil camino desde antes de 1998; se concretó después de ese año. Tomo esa referencia porque en 1998 fui electa Decana, y recuerdo las dos fases de trabajo desde distintos roles. Fue insuficiente, baste recordar que se votó en el Parlamento sin fondos, condicionado a las economías del Ministerio de Educación y Cultura. Incluso así fue más numeroso que el de artistas actual. Se siguió un mecanismo parecido para los niveles III. En el grupo inicial había una sola mujer, María Viñas, que ojalá hubiera vivido más y merece ser recordada. En la escasez, se actuó con generosidad. Y también hubo fuertes críticas.

Rememoro esto para hacer notar que son caminos largos. El SNI no fue lo primero que ocurrió en ese tipo de apoyos, tiene historia. Importa que se empiece, lo que merece saludo, aunque se empiece con poco. Importa muchísimo sembrar bien, para que el camino no se tuerza. Hay que criticar, escuchar las críticas y también hacer. Y aportar, además de un voto de confianza en que se maneje bien una herramienta nueva, la constante participación para hacerla crecer.




17.04.2012 17:32 / Mis artículos

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En lógica se llama principio del tercero excluido a la forma de pensamiento basada en dos estados: verdadero y falso. Lo que no es falso es verdadero y viceversa. En este principio se funda la llamada demostración por el absurdo: si quiero demostrar que una proposición es cierta, supongo que es falsa y llego, mediante razonamiento lógico, a un absurdo. Entonces tiene que ser verdadera. Esto puede parecer obvio pero no lo es; es un modelo del pensamiento humano que nos ha sido y es enormemente útil pero no es el único, en algunas formas de pensamiento nos manejamos con las llamadas lógicas borrosas: probablemente cierto, bastante razonable y así. Esto puede ser usado también por máquinas, obviamente programadas por seres humanos. Los clásicos, especialmente Aristóteles, que cada vez me cae mejor, no pretendían moldear el pensamiento ni afirmar que la lógica binaria era la única posible. Trabajaron con un modelo, empezaron con el más simple, como se debe, y les resultó más que bien.

¿A qué viene esto? Resté un par de ordinales a un tema que se está hablando, que es el del quinto candidato, o el voto frenteamplista en blanco en las internas. No es simpático, habiendo cuatro buenos compañeros. Sin embargo, tal vez haga ir a votar a quienes para otra opción no irían. Alusiones hay muchas. El kinto, algunas quintas (en honor al lenguaje con sensibilidad de género) como la de la paraguaya o la de Beethoven, el séptimo mandamiento y el octavo pasajero. El sentido del humor siempre ayuda.

El voto frenteamplista activo, a favor de una persona, de un conjunto de ideas, por un requerimiento de cambio, siempre merecen el mayor respeto.

Quisiera excluir al sexto y al séptimo, que paso a describir.

El sexto candidato es no ir a votar. Ojo, en una interna no es obligatorio ir. Ojo, no es lo mismo, no es ni parecido, votar en blanco y no votar. No votar tampoco significa que no se votará al Frente en las próximas elecciones nacionales, pero es un signo de disconformidad negligente, en lugar de disconformidad militante o de adhesión crítica a una candidatura. Es bajar los brazos. Es el primer paso de la actitud apolítica. Es tal vez al que más le temo.

El séptimo (sello, para seguir con las citas) es votar contra, por la negativa, para evitar a otro, para evitar una hegemonía, para cerrar un paso o frustrar una presumible expectativa. Este es difícil de detectar porque reside en la conciencia del votante, no se ve cuando se abre el sobre, no se distingue de un voto de esperanza o de adhesión o de protesta activa. Cualquiera sea el contenido del sobre, así no votamos en el Frente, y menos que menos entre compañeros.

Las novias imposibles son los candidatos que no pudieron ser. Los que no pasaron. Hay que buscar un ambiente más abierto. Ser candidato, cuando hay excluidos, entraña un problema moral, que los compañeros habrán resuelto buscando lo mejor, dentro de lo que ya se había producido. Pero es una actitud muy humana y hasta lírica atribuir perfecciones y causas últimas a lo imposible, virtudes de hada madrina y potencialidades porque nunca nos va a defraudar. Tampoco le hace bien a nadie, ni siquiera a los excluidos, que si nos ponemos nostálgicos a priori jamás van a poder superar a su ausencia. Hagamos que en otras instancias no haya excluidos. Y que tengamos ganas de ir a votar, y que nadie piense en contra sino a favor. Por.

Hagamos lo que hagamos, después hay que ayudar. Los compañeros –no sólo el que sea electo presidente- los otros, los integrantes del plenario, de los departamentales, sabrán interpretar todos los votos y los silencios y harán el mejor esfuerzo para convocar.

 




04.04.2012 11:24 / Mis artículos

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Los compañeros candidatos a las internas son todos buenas personas y buenos candidatos, de lo mejor de sus respectivos sectores o ámbitos. No voy a manifestar opción entre ellos. No voy a dejar de nombrar, también con neutralidad y respeto, al quinto candidato (suena a aquella bruta película, "El tercer hombre") que es el voto frenteamplista en blanco. El adjetivo frenteamplista es importante. El quinto candidato tiene una definición muy distinta en una interna que en una instancia de confrontación con otros partidos, como fue el caso de la Intendencia de Montevideo. En el caso de la IM había una protesta contra los procedimientos y lo que se llama una actitud de "free rider", es decir de hacer algo porque se supone que lo harán pocos. Si muchos hubieran tomado esa opción podía ganar la Intendencia otro partido, lo que no estaba en las especulaciones de los "en blanco por protesta" porque sabían que la mayoría de los frenteamplistas no haríamos lo mismo.

Respeto al que tome una de esas cinco opciones y lo haga por la positiva, para cambiar, y en forma consecuente con su acción posterior. Hay opiniones diversas sobre qué es mejor para cambiar. Considero que no es buena la ausencia -es decir, no ir a votar- porque en definitiva es conformista, es facilitar que todo siga como está, y si somos fuerza de cambio no podemos ser conformistas. La ausencia es apolítica.

“No hacer política, es renunciar a una parte de tu poder, lo que siempre es peligroso, pero también a una parte de tus responsabilidades, lo que es siempre condenable. El apoliticismo es a la vez un error y una falta: es ir contra tus intereses y contra tus deberes” (André Comte-Sponville).

El conjunto de candidatos, que repito son muy buenos, tanto que se los echaría mucho de menos si abandonan otros ámbitos, es una expresión de sectorialidad; plantea opción esencialmente entre sectores y por lo tanto refleja una competencia por el poder al interior del Frente en tanto coalición. Y el conjunto de los posibles fue filtrado. Así no es la mejor manera.

Quisiera hablar de antes y después, que son tiempos más largos. Desde antes es necesario plantearse compromisos mutuos con quienes sean autoridades: presidencia, plenario, departamentales. La elección no puede ser sólo por simpatía o por antecedentes sino por compromisos. El esencial es cómo tiene que ser el Frente para elaborar su programa y llevarlo a cabo, es decir un proyecto de Frente con lugar para todos. Ahora eso, y luego una comisión de programa lo mejor que se pueda, porque sencillamente no es ético hacer las cosas menos bien de lo que se puede.

Tiene que ser transparente y abierto a la participación. Es cierto que hay crisis de participación, pero también hay quienes aprovechan esa crisis y prefieren decidir en ámbitos vacíos, lo que se reproduce al interior de los sectores. Transparente en las decisiones y en la información a tiempo. Con una suerte de acción afirmativa hacia los independientes (los sobre todo frenteamplistas), cuya voz se oye muy poco. A primer juicio se diría que son o somos un grupo probablemente muy heterogéneo por lo simple de su definición; sin embargo los frenteamplistas independientes -no los independientes de todo partido o grupo- tienen muchos rasgos en común además del sentirse poco escuchados.

Hay comités de base que no funcionan o funcionan apenas como para votar. La idea de los comités funcionales, que no es nueva, puede reflejar bien afinidades que no son las geográficas y en la vida actual son en general más intensas. Los comités virtuales, por qué no? No hace falta tocar el estatuto, o prácticamente no. De esas medidas para incrementar la participación no se ha hablado o no se ha sabido que se trataran. Hay que pensar que sobre lo que no gusta o se teme, mientras se pueda, es mejor guardar silencio que hablar en contra. Lo esencial sería romper el silencio.

Aunque parezca una contradicción hay poder vacante. En los consejos de participación de los centros educativos, por ejemplo, hay poder ofrecido por ley y no ocupado. En la comisión de programa hay presencias faltantes que contribuirían a mejores resultados. En las comisiones de vecinos, para la seguridad por solidaridad, también. La manera de participar no es sólo en estructuras políticas, si bien todas estas actividades son también políticas.

El Frente tiene que buscar todos estos modos y maneras.

Al Frente vale la pena repensarlo y darle nueva vitalidad, lo que nunca es volver atrás.

Uno, durante el gobierno: como se puede ayudar es gobernando. No me refiero a una mezcla totalmente reñida con los principios republicanos entre poder institucional y partidario, sino a que la gente trabaje en todos esos centros de poder ciudadano, junto con quienes quieran y del partido que sean. Hay acción más política y liberadora que la autogestión?

Dos, para el próximo, con un buen programa, que defina con suficiente flexibilidad pero deje en claro los temas que son de principios, frente a los cuales no pocas veces nos encontramos desorganizados o bastante desafinados. Por ejemplo las políticas de justicia: minoridad, adopción, despenalización del aborto, crímenes de lesa humanidad. O políticas de desarrollo: fomento de la industria nacional sin caer en la subvención, calificación de las inversiones, equilibrio entre privacidad y prevención de delitos como el lavado de activos, aprobación o no de zonas francas. O políticas sociales: equilibrio entre asistencialismo -que no descalifico- y acciones de integración o incluso para prevenir la desintegración, como se habla de prevención en salud. O de género: todo sería tanto más fácil si el sexo no se consignara como dato de identificación, y se resolvería de un plumazo el matrimonio este o aquel, o el cambio de sexo registral. U otras de género, como los salarios desiguales, el ingreso al trabajo, el efecto de las licencias por maternidad o lactancia, que puede ser de doble filo pero hay que elegir el filo adecuado. O demográficas: medio rural y cultura rural como valor de la sociedad, el tratamiento de la previsible inmigración, del retorno. O políticas culturales: qué debe hacer el Estado y en qué debe delegar la gestión, sistema nacional de artistas, tratamiento de lo patrimonial. O de educación: qué quiere decir descentralizar la Universidad -que no es una facultad de cada carrera en cada departamento!-, qué queremos de la educación terciaria o de la formación de educadores. O de comunicaciones: ¿el uso del espectro es gratuito en qué casos? ¿Cómo se promueve la industria del audiovisual? O medioambientales, o de relaciones exteriores, o... tantas otras.

Sobre todas esas cuestiones de principios me consta que se ha trabajado y trabaja. No me pongo a enumerar qué se ha hecho; queda para otra. Pero si hay discusiones profundas y fraternas, no las he visto ni oído. Creo que nos cuesta animarnos a discutir estos temas profundos y decir algo claro. Eso tiene que hacerse. No podemos estar desafinados ni librados a la improvisación sobre los principios.

Entonces, eso. El panorama para las internas está definido, se confrontarán sectores. El plenario también será muy sectorial, lo que dificultará el trabajo de la presidencia. Pero pienso sobre todo en después, porque creo que el Frente vale la pena.

Lo difícil también hay que hacerlo, y los compañeros no estarán solos. Muchos estamos dispuestos a trabajar si se nos convoca. La clave es crear las condiciones internas para elaborar un buen programa. Y para gobernar desde todos los lugares de gobernanza, en democracia. Así sí.

 


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El autor
María Simon es Ingeniera Industrial, op. Electrónica, Profesora Titular de la U.R. en Telecomunicaciones. Ex Decana de la Fac. de Ingeniería. Ex Presidente de ANTEL. Ex Ministra de Educación y Cultura y actual Viceministra. Desde todas estas responsabilidades ha buscado fomentar la calidad académica y la vinculación entre ciencias fundamentales y tecnologías e impulsar el rol de los profesionales, los estudios, la cultura y la producción nacionales. Frenteamplista independiente.

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