CLAUDI@SIDADES
Fluyendo en mi claudi@sidad...
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Relatos, reflexiones dispersas, una forma de pensar en voz alta, a veces ficciones y a veces ni tanto, simplemente: fluyendo en mi "claudi@sidad"...
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27.06.2012 13:08

 

Tiraron un montón de ideas o al menos las enunciaron. Algunas parecen difíciles de implementar, otras hasta ya existían y ni nos habíamos dado cuenta. Son abarcativas o mejor aún, inclusivas. Estimulan a pensar soluciones globales. Soluciones que todos los días de dios, todos reclamamos. De buenas maneras, de malas y hasta de pésimas. Las propuestas vienen todas juntas en un documento que plantea una primera estrategia para intentar una convivencia pacífica o recuperar la armonía y la confianza.

Así fue, anoche aparecieron alborotando papeles y disparando ideas y palabras y mientras hablaban yo escuchaba y me vino a la cabeza la canción de La Vela,  “vino un duende que parecía loco y me dijo de cómo hay qué hacer”.

Las respuestas de este colectivo no se hicieron esperar, es más, algunas creo yo que hasta estaban preparadas con antelación. Arrancaron con el "no, no". En vez de pensar que capaz “no todo está perdido” y hasta puedo “ofrecer mi corazón”, o mi cabeza, para sumar al “cómo”, dijeron no, ¿para qué? Primero decimos que no y después vemos. Primero gritamos “qué locura” y después miramos para otro lado.

 

Si total la culpa la tiene el otro, o mejor, la culpa está en el otro. Y yo me pongo afuera, bien afuera, porque yo no soy el otro, soy esta. Yo soy buena, comprensiva y empática, no jorobo a nadie, no tengo nadita que ver con esos asuntos. Yo no vivo en la violencia, no necesito que se adecuen códigos, no preciso una indemnización porque no he sido víctima, yo no duermo en lugares públicos, yo no manejo autos, yo no consumo marihuana, yo no tengo niños pequeños en mi casa que miren escenas violentas por televisión ni niños más grandes que asistan a centros educativos. Encima veo muy poca televisión y soy mayor de edad. Ya lo dije: yo estoy afuera, yo vivo en una burbuja. Yo me identifico con esta mi posición mental y no la quiero repensar y menos todavía ponerme en el lugar del otro, porque si hiciera eso, podría tener dudas y entonces dejaría de ser quien creo que soy, no sé si me explico… Para qué me voy a poner a reflexionar en todos estos asuntos,  capaz que de tanto revisionismo termino dándome cuenta que hay cosas que no estoy haciendo bien, y si ya di ese paso y reconozco, capaz que hasta me tengo que plantear cambiar algo y pensar en construir de otra manera o transitar otro camino. ¿Para qué? Si no soy yo la de la problemática, no es a mí a la que le piden que me tome un mes para pensar o para discutir. Son los otros los que tienen que pensar. Los que tienen la responsabilidad y los otros “otros”, los que viven del otro lado de mi vereda. Siempre del otro lado, bien lejos, porque repito: yo estoy acá, soy buena y hasta sustentable mirá...todo este asunto no es problema mío, mejor decir que están todos locos y sobre todo decir que no, que no se puede y nunca se podrá.

 

 


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27.06.2012 13:06

 

Yo bloqueo.

Tú tuitéas.

Él postea.

Ella suscribe.

Nosotros notificamos.

Vosotros habéis sido etiquetados.

Ellos chatean y se enredan entre redes y aplauden clap clap, silban fiuuuu, les encanta aaah, dudan mmm, se ríen ja y se carcajean juaaaas. A veces la risa es nerviosa o tímida y entoncesjijijiji. Se desconciertan plop y se asombran oooh o se deslumbran woow (vale guau; ¡quiero y retruco!). Lloran snif y se quejan ayyy pero se cansan uff. Saludan hi y mandan besos mua (valemuak).  Los supera algo fah, dan por zanjada la cuestión chan o la dejan pasar buéh, tosen coff y guiñan así: ;) A veces se entristecen  :( pero no demasiado, porque si fuera mucha la tristeza o el desatino sería :((

Reciben notificaciones y confirman solicitudes a diario. Consultan galletitas de la fortuna y son los culpables de dejar sin laburo a más de un astrológo dedicado.

En vez de foto tienen avatar y su vida ahora es  timeline. Comparten links y todo lo enlazan.  Saben que el perfil no es su costado y el muro no es de ladrillos ni de Pink Floyd. Acumulan fan pages y regalan me gusta hasta por las dudas.

Jamás confunden favoritos, grupos y aplicaciones, faltaba más, son usuarios experimentados.

Abrevian todo y abusan de los tres puntos suspensivos que siempre hemos tenido, hasta convertirlos en multitud.

Algunos son geeks pero no todos. No son nativos digitales pero se ingenian.

Ningún captcha ni download los asusta, y por si todo esto no alcanzare ahora pinean y repinean a diestra y siniestra.

Son adoradores del verbo compartir y  saben que se dice share. Se les puede complicar con el browse pero por lo general no dudan. Siempre queda la opción cancel para el caso que metan la pata, o un ctrl+alt+supr si se quiere ser más definitivo.

Y después, ¿qué? Y bueno, nada, van de nuevo: prender la PC, conectarse o acaso reiniciar la sesión anterior, igual que ayer o distinto, ¿por qué no?, quizás un nuevo follow o algún otro interest…que este mundo, por Dios XD, es ancho, era ajeno y está complementamente en-RED-ado.

 

 


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27.06.2012 13:04

 

Teclea y teclea sobre el teclado. Lee y relee sobre la pantalla. Click, click. Anima a los amigos, les hace llegar sus palabras y opiniones. Muros, notas, fotos, comentarios y mensajes internos cuentan con él. No deja de estar presente, inventa tiempo. Es muy mágico, se ve. Vive lejos, una lástima. No lo puedo abrazar aunque en realidad, sí. Es uruguayo él, como yo. Es más grande que yo y más leído y “da clases” a cada rato. Reparte conocimiento. Cita autores. Recomienda. Humilde, pero rotundo. Cuando él comenta y cita algo, yo corro como desquiciada a preguntarle a la red y me pierdo un rato largo solo porque él vino por acá a decir. Y click , click yo.

Es artista él: músico. Pero cualquier manifestación artística lo conmueve y lo pone a decir. Sensible persona que deja en cada opinión un pedazo de su pensamiento y sobre todo de su corazón. Es muy jugado en sus decires. Eso me gusta mucho. Con tacto y hasta delicadeza dice todo lo que de verdad piensa, sin distorsiones, bien clarito. Te guste o no, te alabe o te critique, siempre desde un lugar de respeto, respeto que no se calla nada. Se toma tiempo para conocerme y yo no le complico la tarea. Cuenta cosas de su vida y le  leo el gesto y las arrugas de la frente en cada línea y en cada click. Ama a su país y aunque está lejos, se preocupa. Se siente parte y lo logra. No se olvida de nada; ninguna fecha o acontecimiento importante de mi vida pasa por alto de su comentario. Es bien de acá a pesar de las millas que nos separan. Como si estuviera a la vuelta de la esquina. Me acompaña siempre. Cada vez que “subo” una nota pienso en él y corro a leer su comentario cuando la red social me advierte “fulano ha comentado tu nota” y yo, se me hace tarde, pero…click, click.  Es un regalo de la vida y de esta loca virtualidad que nos sigue sorprendiendo. No es solo la imagen de su minifoto ni una línea, es un amigo hablándole a esta loca que a miles de kilómetros se desenfrena y tira pensamientos sobre renglones. Que bien podrían ser sobre, papel y tinta y sería lo mismo pero se demorarían mucho. Este invento maravilloso nos acercó y amigó y hoy me dio ganas de contar que él, mi amigo, es un ser humano de los que me gustan, porque dejan huella por donde pasan, porque siempre se la juegan. Tengo mucho que aprender y que agradecer, ciertamente…y si algo puedo desear en esta tarde de invierno, es que dentro de un tiempo, ojalá no muy lejano, lo tenga acá, sentado en mi sillón rojo, en mi escritorio, celebrando el encuentro y brindando con lo que ese día tengamos ganas, dependerá de la estación…si es verano, sé que terminaremos yendo a la azotea y entreverados en la conversa y el verde, elijamos una cerveza bien fría. Sueño con muchas cosas todos los días de mi vida… también con esto que aquí les cuento. Click, click.

 


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27.06.2012 13:00

 

Gélida está desde hace varios días la zona del Río del Plata. De Montevideo doy fe y desde Argentina me llegan por mis amigos, las mismas quejas y noticias. Faltan sus buenos 15 días para que se instale el invierno, pero al otoño se le ocurrió hacer ensayo general y le viene saliendo tan bien como el futuro estreno.

Ahora mismo, se reirían de verme rodeada de dos estufas encendidas, vestida con mil capas cual cebolla y con guantes de lana puestos.

Cada invierno repito que en este país no estamos preparados para soportar temperaturas tan extremas. Esto no es Europa, acá casi nadie tiene calefacción central en la casa, la mayoría de los mortales nos trasladamos en ómnibus, pocas paradas cuentan con refugio apropiado, en definitiva, contamos con poca infraestructura. Así que el invierno se sufre bastante. Pero unos más y otros menos y otros nada: irreversibles las diferencias.

Estamos los bien comidos, los que tenemos ropa y botas calentitas, estufas, agua caliente, buen abrigo en nuestras camas, dinero suficiente para pagar el boleto de ómnibus cuando hay que salir y hasta para tomar un taxi si aquel demora demasiado. Y nos quejamos igual.

También están los otros, los que viven en casuchas donde faltan vidrios y chapas, carecen de ropa abrigada y de un buen puchero. Los malcomidos que tienen mucho más frío que yo.

Y están los que viven en la calle y allí duermen. Los que no tienen nada y viven entre cartones. No voy a analizar ni a discutir los motivos, de ninguna manera, no va por ahí la nota.

Dice el gobierno que son unos pocos miles. Se esfuerza el gobierno por habilitar más refugios para que todos tengan la posibilidad de estar bajo techo y acceder a un baño y a un plato de comida caliente. Nos pide el gobierno que colaboremos en denunciar esas situaciones si las vemos o las conocemos de cerca.

A la vuelta de mi casa - bajo el alero de un edificio- vive una señora desde hace meses. Edad indefinida: no es vieja. Por lo general es agradable, simpática, dispuesta a conversar y a saludar con una sonrisa. Otros días no está bien: no saluda, tiene el ceño desencajado, habla sola, grita fuerte y suelta improperios a los cuatro vientos.

Ya van tres veces que llamamos al número apropiado en el Ministerio de Desarrollo Social para denunciar que esa mujer está allí y duerme en la calle.

Han venido y no han podido convencerla para llevarla a un refugio. Es lo que nos han informado, cuando hemos insistido en reiterar la denuncia. Es de esperar que en estos días la obliguen a ir a un refugio, se votó el año pasado una ley para resguardar la vida de las personas que están en invierno en situación de calle.

Nosotros no hay noche que no pensemos en ella…si estará ahí a la vuelta, entre nylon y cartón o si la habrán convencido o acaso obligado y estará en un refugio.

A la mañana siguiente siempre está en la misma esquina y no me animo a preguntarle dónde pasó la noche. De mañana se la ve bien, tiene abrigo y por lo general está tomando mate y comiendo algo. Desde hace unas semanas tiene un perro. Divino, con una cara muy expresiva y ojos complacientes. Tiene puesta una mantita y también una correa para que no se le escape, se la pasa ahí, acurricadito al lado de ella y mirando a los que pasamos con su mirada tierna.

Hoy de mañana pasé y la saludé. Estaba de lo más tranquila, me contestó de buen grado. 

-         ¿Cómo te lleva el frío?- le pregunté, a ver si conseguía saber algo más…

-         Está frío, sí – me dijo – pero más frío tenía antes…

-         ¿Antes de qué?- pregunté, pensando que me iba a decir que ahora iba a un refugio.

-         Antes- me dijo- antes…cuando estaba sola- dijo mirando a su compinche que era un nudo a su costado.

Yo me quedé callada, no supe que agregar. Cada cual sabe qué tipo de frío tiene.

 

 


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27.06.2012 12:57

 

Siempre fuimos al Liceo Miranda nosotras. Hablo de mi amiga María de los Ángeles y yo. Pero en 4to., nos quedamos sin lugar. Fue el año del cambio de “plan educativo” -famoso plan ’76- en el que había que optar por hacer bachillerato humanístico, científico o biológico. Nosotras: humanístico, con toda la fuerza. Una semana pasamos merodeando la puerta de nuestro Liceo Miranda (actividad que nos encantaba) y seguíamos sin tener lugar. Al final, nos mandaron para el Liceo 17. Yo creo que ni nombre tenía ese liceo, o al menos no me acuerdo. Era chiquito, viejito, poquita cosa…acostumbradas que estábamos a la amplitud del Miranda, a su enorme patio, a su cancha, al gimnasio, a los pisos para arriba, pisos para abajo. Búeh…muy conformes no estábamos -más bien en un ataque- pero no nos quedaba otra opción y después de todo, estábamos a dos cuadras del Miranda y hasta íbamos a clase de gimnasia, así que no perderíamos la popularidad ya ganada con años de esfuerzo e indisciplina.

El día que arrancaron las clases y vimos que nos había tocado un grupo de 15 personas -contándonos a nosotras dos, 2 varones y 13 mujeres- nos quisimos matar. Lo nuestro eran las multitudes. Decíamos: “ah, pero que embole esto, ¿qué vamos a hacer acá, por Dios, por qué nos pasa esta desgracia?”.

En un grupo tan chico, se nota todo: si faltás, se nota; si llegás tarde, se nota; si no estudiás…estás en el horno.

Y así fue que estudiamos de lo lindo aquel año: como desquiciadas estudiábamos, como si se acabara el mundo y no tuviéramos otra oportunidad de adquirir conocimiento.

Y en ese Liceo 17, tuvimos la mejor profesora de Literatura que alguien  puede tener. He seguido estudiando Literatura toda mi vida y he tenido muy buenos profesores en Facultad de Humanidades. También mi amiga María, está ligada a las letras: es actriz y productora de teatro. Pero creo que las dos tenemos de esa profesora y esa experiencia, uno de los mejores recuerdos de la vida. Se llamaba María, igual que mi amiga, cosa que a esta última enorgullecía.

Era dulce y hablaba bajito. Era profesora y a la vez, compañera. Un ser muy especial, humildísima, como si pidiera permiso para estar parada ahí dando clase. Sin embargo, era brillante, contundente y creativa. Lograba  el silencio para oírla, el compromiso de la lectura en todos nosotros, convocaba fácilmente.

Un día anunció que el próximo autor que íbamos a estudiar, era Federico García Lorca: “El llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, “La muerte de Antoñito el Camborio”. Y nos invitó a “teatrizarlo”, a recitarlo. Formar un grupo, aprenderlo - aprehenderlo mejor dicho- dividirlo en partes,  memorizarlo y luego hacer la entrega a la clase, o quizás al liceo, con autoridades incluidas.

María y yo no cabíamos en nosotras de tanta alegría y nos anotamos, las primeras. Ella nos invitó a reunirnos fuera de los horarios de clase, en su propia casa. En su entorno y con la mirada de su hija, muy bella la recuerdo…Eleonora, que nos miraba calladita y sin dar crédito de aquella manga de locos que repetían "a las 5 de la tarde, a las 5 de la tarde"...

Eran ensayos de verdad. Mi amiga María, la actriz, puede dar fe de ello. Me vengo a dar cuenta ahora que fue su primera experiencia “teatral” y habrá sido importante que luego eligió y sigue recorriendo, el camino de las tablas. Que ella lo diga.

Se armó la obra y se hizo. Recibimos el aplauso en primer lugar de nuestros compañeros, luego del liceo entero. Era el año 1976, pueden imaginarse lo que aquello connotaba…huelgan los comentarios.

Hoy hace 114 años que nació Federico. He compartido un video en Facebook con mi amiga María, “A las 5 de la tarde”, de su Romancero Gitano.

Las dos nos volvimos a erizar y los comentarios que cruzamos en la red, me trajeron este recuerdo que hoy aquí comparto con ustedes porque de estas cosas también está hecha la vida. De amigos y de poesía. Y de compartir piel erizada con alguien al recordar “voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir”. Que viva la poesía. La que nos dejó Federico, para que María, la dulce, nos la enseñara de forma tan maravillosa y perenne.