apuntes coperos
fútbol y pensamiento

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20.11.2012 22:11 / Mis artículos

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Hace algunos días, y en medio de manifestaciones a favor, en contra, y bellas frases pacifistas, leí algo muy sabio en Twitter: “cuando juegan Israel  y Palestina, todos somos técnicos”. Gran verdad. Con el conflicto internacional más famoso, pasa lo mismo que con el fútbol: mucha gente no sólo se siente capacitada para opinar, sino que directamente se considera en posesión de la verdad.  Pero a diferencia del fútbol, donde los virtuales técnicos orquestan oncenas imbatibles de las formas más imaginativas posibles, el conflicto de Israel y Palestina ofrece sólo dos equipos, dos posibilidades entre las que –para muchos de los “técnicos”- no hay escalas intermedias: a favor o en contra. Blanco o Negro. Los dos bandos tienen algo de razón, y por eso existen puntos intermedios. No son los más populares. Los matices no se comparten en Facebook, ni son retuitiados. Pero existen.

Mi muro de la red social más famosa está invadido por fotos, cartas, mensajes y afiches de judíos que defienden las acciones militares de Israel. No los culpo: desde chicos, a los judíos se nos enseña el valor y la necesidad de la existencia del Estado judío. Se nos inculca que su rol es vital, imprescindible y definitorio en la conservación del judaísmo. Si Israel hubiera existido hace setenta años, nos dijeron tantas veces, el Holocausto no.

Estos relatos fueron haciendo de Israel una Nación tan grande en historia como en mitos: se supone que si el día de mañana hay otra amenaza contra algún judío, por el simple hecho de serlo, Israel acudirá en su rescate, sin importar dónde, cuándo y cómo deba hacerlo. Hasta ahora, los hechos lo confirman. Incluso Israel rescató a miles de judíos etíopes, que no eran perseguidos por su religión pero sí por el hambre y la desesperanza total.

En una situación diferente, aunque igualmente injusta, se encuentran los israelíes que viven en el sur de Israel, víctimas desde hace años de los misiles de Gaza; excluyo de la categoría de víctimas a los colonos, quienes para mí también son fundamentalistas religiosos, provocadores, fanáticos que no hacen otra cosa que atentar contra la demografía, y el sentido común, al instalarse en pueblos de mil personas al lado de ciudades palestinas de cien mil. Grave error.

Los colonos viven en constante estado de alerta, y son atacados asiduamente. No pueden decir que no les avisaron. Para los ciudadanos comunes y corrientes que se despertaron tantas mañanas corriendo a un refugio, la respuesta del ejército israelí fue asesinar al líder de Hamas, Ahmed Jabari. Después, pasó lo que ya sabemos: el caos, la avalancha informativa, y la opinión (por lo menos la que se hace sentir, la mayoritaria) polarizada.

Muchos judíos creen que el Tzahal, Ejército de Defensa de Israel, sólo actúa, precisamente, en defensa propia. Que todas las acciones son defensivas, y que nunca hay, detrás, una intención estratégica de controlar y dominar a los palestinos. Lo dudo. Cualquiera que haya visto Homeland (por ir al más banal y actual de los ejemplos) sabe que detrás de cada disparo suele haber una intencionalidad política; con esto no quiero decir que Israel no se esté defendiendo o contrarrestando con justicia un notorio número de agresiones, ni que no sea cierto que en los asesinatos selectivos trate, siempre, de evitar la muerte de civiles. Pero sería muy ingenuo desestimar que hay tipos (dirigentes, militares) que sacan beneficio con los conflictos y, yendo a hechos más concretos y menos elegantes, que se les pone dura cuando ven en el horizonte la posibilidad de movilizar aviones sobre Gaza. Mezquinos, calculadores y mercenarios hay en todas partes.

Por eso, me sorprende la ingenuidad de algunas personas con respecto al mundo Israel (una vez, un judío con estudios universitarios, viajado, leído, me dijo que en Israel no existían los violadores). Sin embargo, puede que tengan razón en muchas o casi todas las demandas que hacen sobre el tratamiento tendencioso que algunos grandes medios hacen sobre la guerra, y sobre todo con respecto a los comentarios semi nazis que se escuchan a menudo.

La judeofobia

Muchos judíos creen que gran parte de el mundo está en su (nuestra) contra. Que la matriz de la crítica anti israelí es una judeofobia profunda, arraigada, que se expresa solapadamente en las constantes condenas hacia el estado hebreo. ¿Cómo justificar tal aseveración? Es imposible medir las mentes ajenas y nadie, por ahora, ha hecho un estudio mundial de percepción popular con respecto a la religión judía o a Israel. Sin embargo, creo que podría haber algo de cierto. Por antisemitismo, por costumbre o por comodidad (¡¿cómo saberlo?!), muchas personas son aficionadas a castigar y repudiar a Israel. Es cierto: si las imágenes de los noticieros hablan de muerte en Gaza, y muestran a niños ensangrentados, y omiten mencionar el origen de los bombardeos, debe ser muy difícil no sentir en el corazón el llamado de la ira. Lo que no comprendo es por qué -aun suponiendo que sí, que Israel es un estado asesino, opresor y genocida- esa ira no surge, por ejemplo, cuando el Dictador sirio Assad masacra a decenas de miles de personas. También desarmadas, también niños, también mujeres. También inocentes. O por qué no nace, tan decidida y espontánea, ante la aberrante y vergonzosa dictadura de Myanmar, ex Birmania, o frente a los incontables y no tan célebres genocidios africanos. ¿Será eso, que por no ser tan populares no generan tanto interés? Supongamos que existieran ciudadanos comunes e intelectuales. Al ciudadano común podríamos “perdonarle” esa ingenuidad, ese afán de seguir apasionadamente las alternativas que ofrece la película del Conflicto entre Israel (Malos) y Palestina (Buenos), un clásico reeditado año a año; pero sobre el Intelectual, el Profesor de humanidades, el político comprometido que dedica tantas páginas a criticar a Israel, cabría preguntarle: ¿por qué opina siempre -y sólo- sobre este conflicto, o en contra de EE.UU? Más aún: ¿no es un poco torpe, anti-intelectual y perezoso dedicarse a opinar sobre un asunto que-para ellos-se presenta tan claro y, más aún, que es prioritario en las agendas de las grandes cadenas que también suponen interesadas y manipuladoras?

Hace poco, vi un documental sobre el escritor Amos Oz con un amigo español con estudios universitarios, viajado, leído, que recién en esa película, con 28 años, se enteró que no estaba en los estatutos fundacionales del sionismo la aniquilación del pueblo palestino, como sí figura en los de Hamas la destrucción de Israel (“Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el islam lo aniquile, como antes aniquiló a otros.”). De sólo pensar las otras cosas que se deben comentar por lo bajo en España sentí un escalofrío.

Democracia, ignorancia e islamofobia

No quiero instalarme en lo de siempre: el odio, los lugares comunes, la inocente idea de buscar un solo culpable. Quiero ir más allá, y volver hacia la culpa de Israel, y sobre todo la de los judíos. Muchos acusan a este país de hacer en los territorios (“ocupados”, para algunos; “liberados”, para otros) cosas parecidas a las que hacían los Nazis en los campos de concentración. No tengo dudas de que ambas expresiones son inconmensurables, pero tampoco de que, seguramente, se cometan infinidad de atropellos, arbitrariedades e injusticias con el pueblo palestino, con los de a pie. Una extensa filmografía de origen israelí, así como la obra del propio Oz, dan fe de ello. Este hecho me lleva a pensar en algunas cosas:

1) Israel no tiene nada más que hacer en los territorios. Los palestinos tienen derecho a vivir libremente, con total autonomía. Decenas de intentos de frustradas conversaciones de paz impidieron que así suceda; de chico, me enseñaron que por culpa de ellos. Que una vez, a mediados de los 90’s, hasta se les quiso dar hasta media Jerusalén y no aceptaron.  ¿De quién es la culpa?

 1.1) No podemos saberlo: salvo que se sea un profesional en la materia, como NO son todos los que postean cosas en Facebook a favor y en contra, es imposible estar realmente informado sobre los detalles y las variables de esas negociaciones. Por qué fracasan, por qué no hay acuerdo. Pienso siempre que leyendo cada día todos los diarios y mirando la totalidad de los noticieros, con suerte podemos llegar a saber (y sobre todo, a entender) el 5 o 10% de la información y los intereses en torno a los asuntos geopolíticos de primer orden mundial como este. Como ya escribí arriba, de ambos lados hay tipos que tienen erecciones cuando ven sangre enemiga derramada, y hay cuestiones de política interna y externa, intereses y aspiraciones demográficas que hacen que muchos políticos existan y vivan por y para la guerra. Y que, por lo tanto, haya negociaciones, intereses, mezquindades y secretos que siempre terminan por abortar las tratativas de paz.

 2) Pero Israel, a diferencia de Palestina, es una democracia real, donde precisamente cada quien puede decir y hacer lo que quiera sin ser colgado en una plaza: lo que muchos anti israelíes no saben es que dentro de Israel hay detractores mucho más decididos y feroces que ellos. ¿Se imaginan que el diario israelí más popular es de izquierda? ¿Tendrán noción de que en los programas de TV hay debates, polémicas, y críticos de las acciones del ejército mucho más crudos que Noam Chomsky? Eso pasa porque Israel es una democracia, donde toman decisiones-buenas, malas o regulares- personas elegidas por otras personas, y no pistoleros impostados por las armas, o por la voluntad divina, o por ambas cosas. En ese sentido, duermo tranquilo: nunca habrá campos de concentración en Palestina. Los propios israelíes lo impedirían. ¿Pasaría a revés?

Pero así como hay judeofobia, también hay islamofobia. Burlarnos de “la voluntad de Alá”, ironizar sobre las supuestas convicciones y aspiraciones de los seguidores del Islam, creer que es una religión ignorante y belicista son algunos de los pensamientos más comunes entre los islamofóbicos. ¿La verdad? No tengo ni idea. No viví en esos países, no estudié el Corán ni tengo amigos jordanos o egipcios como para saberlo. Todos son terroristas, dicen algunos. Seguro que no. La mayoría de los palestinos, de los sirios y de los iraníes, deben ser personas preocupadas por las mismas cosas que “nosotros”: laburar, ganar más guita, comer algo rico de noche, jugar con sus hijos, comprar autos, dormir, coger.

Sin embargo, para una parte de la opinión pública, el pensamiento reduccionista y sinecdótico no se aplica de la misma forma para con unos y otros: si el ejército de Israel ataca desmesuradamente, entonces el sionismo es una plaga ideológica semi nazi, violenta y avasalladora, que merece desaparecer junto con el Estado de Israel; si Hamas revienta ciudades israelíes, secuestra y tortura soldados y entrena niños para la Jihad, y luego los utiliza como escudos humanos, entonces....entonces no pasa nada. Que quede claro: Hamas, al que muchos medios mencionan con eufemismos como “grupo militante” u “organización”, es un grupo terrorista con todas las letras. Sanguinario, cruel, intransigente, extorsionador y corrupto. No hay que preguntarle a los israelíes: hay que preguntárselo a los propios palestinos. Ellos lo saben. De eso se trata el terror.

Genocidio y rebelión

Se habla a veces del “genocidio” que intenta cometer Israel pero pienso que no, que el genocidio en realidad lo quieren cometer los chicos de Hamas: ellos son quienes matan civiles de forma masiva a indiscriminada. Si pudieran eliminar a todos los israelíes, inclusive a los árabes, supongo que lo harían. Es, al menos, lo que intentan con cada atentado: matar a la mayor cantidad de personas posibles. Eso, si no me equivoco, se llama genocidio.

Pero otra parte, me pregunto: ¿qué haríamos nosotros, los judíos, si estuviéramos confinados a una pequeña porción de territorio? ¿No insistiríamos hasta la muerte, como ya lo hicimos, por nuestra libertad? Pienso que sí. Sería triste y hasta vergonzoso no hacerlo. ¡Que exista la lucha palestina! Ignorarla, menospreciarla, es un acto que como judíos no nos deberíamos permitir, pero que muchos lo hacen. Llenos de odio, negando sus derechos, ignorando sus sueños: tal como dicen que hacen los del otro bando. Si realmente somos distintos a Hamas, hay que empezar a demostrarlo con lo que tenemos a mano, que en casi todos los casos es lo único: las palabras y las imágenes.

 




22.07.2011 16:57 / Diario de la Copa América

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Uruguay va a ganar la Copa América porque tiene mucho más fútbol, convicción y variantes ofensivas que Paraguay. Es decir, porque tiene más calidad. Y si por esas injusticias atroces del fútbol, otra vez los palos, una suerte inédita y el espíritu de la negación del fútbol vuelven a merodear el área de Villar, y no entra, y hay penales, y gana Paraguay, igual todos sabremos que Uruguay-selección de la que no soy hincha, sino apenas simpatizante- es el mejor de América.

La gente está contenta por eso. Hay banderas, fotos, posters, pasacalles. Se ha dicho hasta el hartazgo, pero es increíble que en un país de poco más de tres millones de personas, pobre y mayoritariamente mezquino, un micro organismo funcione con tal éxito y contundencia. Pensemos en las otras potencias futbolísticas: Argentina tiene 40 millones de habitantes, y Brasil, casi 200. España tiene 45 millones, Inlgaterra 50, Francia e Italia 60, y Alemania, más de 80 millones de potenciales futbolistas, que para colmo ahora pertenecen a todas las razas del planeta. Como para que no falte donde elegir.

 Holanda tiene 15 millones, cinco veces más que Uruguay, y el Estado le da dinero suficiente para vivir a los parados y estímulos tremendos a los emprendedores, para que crezcan y se emancipen de su mano protectora. No hay mierda en el suelo, sobran las escuelas de fútbol, y seguramente no existan discusiones absurdas en torno a si el Gobierno debe o no permitir que la gente duerma en la calle, algo que obviamente no sucede. Aún así, Holanda nunca ganó un Mundial, y apenas se alzó con la Eurocopa de 1988.

 

¿Cuál es, entonces, el secreto de Uruguay? Por años, los sociólogos nos hicieron creer que el mito del Maracanazo-el epílogo de una época de bonanza y utópica prosperidad- había de alguna forma detenido al país. Que vivimos de los recuerdos, dijeron en términos doctorísticos, y compramos. Sin embargo, quizás ese recuerdo haya servido para que los periodistas, entrenadores y futbolistas uruguayos sobredimensionen su valía y sus obligaciones en el mundo del fútbol. Si no recuerdo mal, una básica del postestructuralismo es que el significante genera al significado: lo que vemos, los símbolos, terminan por establecer las cuestiones de fondo. Quizás con el fútbol haya pasado así. De tanto repetir que fuimos los mejores, y tras décadas de ostracismo (en las que igualmente no olvidamos que fuimos los mejores) terminamos por aproximarnos, finalmente, a esa idea.

 

El mito de Maracaná caducó, se puso feo, agrio. Maracaná era el pasado, lo vetusto, los malditos recuerdos; era los campeones sin un peso esperando la pensión graciable de Sanguinetti. Sin embargo, el mito nunca murió, porque en el fondo, supongo que mucha gente siguió creyendo que era posible repetirlo.

 

Había una responsabilidad, aún, entre los futbolistas uruguayos.

 

El África de América

 

Mientras voy mirando por la ventana del 142 veo gente revolviendo casi todos los contenedores. Ayer, cuando me fui del trabajo por un arranque de gastritis, vi por la calle Paraguay, durmiendo contra la ex estación de tren, a no menos de media docena de personas. Eran las 9:30 de la mañana

 

Una vez leí que en Nigeria, una encuesta arrojó que la gran mayoría de los adolescentes soñaban con ser futbolistas (Okocha, Kanu), mientras que las adolescentes fantaseaban con llegar a Milán, Roma o París pero a desfilar (como Naomi Campbell, que no es nigeriana sino inglesa)

 

Tengo miedo que las brechas se acentúen, y la única esperanza sea ser Diego Forlán, o Lugano. Pero faltan muchas décadas de cagadas para que eso pase. Espero.

 

El fútbol como embajador

 

Sin embargo en China, como en todas partes, cuando decía Uruguay me decían “Forlán”, “Suárez” (bah, Suaréz, como en el reclame de Puma en Ghana), y los menos, “Cavani”. Una tarde, un uruguayo que viajaba conmigo, al ver que unos niños singapurenses volvían a mencionar estos nombres, me dijo que estaba podrido, podrido, de que nos reconozcan por jugadores de fútbol. Que le encantaría que llegue el día en que digas Uruguay y te digan el nombre de un artista. Yo le dije que si un día mencionan a uno, será porque su nombre, por una serie de hechos aislados, casuales, y personalísimos del beneficiado, se convirtió en una marca, como pasa en la última película de Woody Allen (“Picasso”), y no porque en Uruguay los estándares educativos estén por las nubes o hayan escuelas de arte en todas las esquinas. Además, si algún día tenemos excelentes pintores, escritores o músicos, difícilmente lleguen a hacerse conocidos fuer de Hispanoamérica. ¿Cómo penetra el estilo de un pintor en la TV malaya? ¿Esperamos que en Eslovenia den a Quiroga en las escuelas?

 

Digo: por suerte existió Onetti, pero más que a él, o a Benedetti, Galeano, Juana de Ibarbourou o Zorrilla, nuestra fama en el mundo se la debemos a los futbolistas. Y por suerte existen y existieron: son ellos, o nada.

 

Jamás nos dirán “Javier Abreu” cuando digamos Uruguay en alguna parte (por suerte).

 

Cosas del fútbol

 

Como anticipé en facebook después del partido contra Perú, un equipo es un organismo  que requiere del éxito de pequeñas sociedades. Por izquierda, no había demasiado fútbol, porque Cáceres no sintoniza, generalmente, cuando la idea es tocar y progresar, más allá de que suele entregar con criterio la pelota. Por eso, tampoco podía Uruguay darse el lujo de prescindir de una sociedad futbolística por derecha, donde no había 8, porque a Cavani le quedaba muy atrás y a Egidio y Ruso Pérez muy a la derecha ese sector del campo. Comprendí, entonces, que era imperativo probar con una vieja y excelente fórmula, de incalculable éxito en Defensor: Maxi Pereira, Tata González. Los dos conocen tan bien los secretos de la pared, el desborde, cerrar espacios, hacer diagonales y tirar centros,  y sobre todo, se conocen tanto entre sí, que en Defensor, algunas tardes gloriosas, era difícil precisar cual de los dos jugaba de “4” y cual de “8”. Como Maradona y Cóppola, los dos eran uno. Y el equipo empezó a mejorar, y mucho, desde que compartieron equipo, a partir del ST contra Chile.

 

En definitiva, pasó lo que muchas veces: una desgracia-la lesión de un jugador, en este caso de Cavani-propició un movimiento positivo dentro de un equipo.

 

Quisiera decir además algunas cosas de Suárez y Forlán, pero siento que en este momento no hay mucho más para decir de estos dos monstruos del fútbol mundial.

 

Farías, el Mourinho sudamericano

 

Por si a alguien le quedaban dudas tras su agresión a Neymar en los túneles del estadio Ciudad de la Plata, y después de ver crecer su ego hasta límites insospechados en las incontables horas de aire, en las que más o menos fue Rinus Michels para los atentos muchachos de Fox Sports Central, César Farías demostró, con los escandalotes armados después de la semifinal del miércoles, que lo suyo es robar cámara como sea. Este pichón de vendehumo bolivariano, claro al hablar y seguramente muy buen entrenador, está jugándosela al todo o nada, como si acaso sintiera que no le alcanzan sus virtudes laborales para trascender. Algo parecido a Mourinho. Me temo que va a haber que bancarlo por muchos años, como al Gorila revolucionario

                              




02.07.2011 19:48 / Diario de la Copa América

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Capítulo 1

 

Sábado 26 de junio, un frío imposible.

 

Nada más uruguayo-nada más horrible- que La Pasiva de General Flores y L.A. de Herrera. Llego sobre las cuatro y media, y quedan unas pocas familias y algunas tortas gigantes, deshechas, que de seguro estuvieron incluidas en algún tipo de menú- Jamás en la vida, jamás, iría a comer a un lugar pensando en el postre. Y menos a La Pasiva de General Flores y L.A. de Herrera.

 

En una mesa contra la ventana me espera Ariel L., Director técnico uruguayo, campeón de Guatemala con el Deportivo Petapa, ex presidente de la Asociación de Entrenadores y emblema en la lucha contra la habilitación de Hugo de León para dirigir en Uruguay. Ariel pide un té, y se lo traen en un vaso largo; yo, un cortado liviano. Rompo el hielo hablando de la Copa América. Ariel L. me estudia y no dice nada.

 

Le pregunto quién inventó la línea de tres (fue Bilardo en México ’86 quien la popularizó) y me dice que es difícil rastrear el origen  de un dibujo táctico. Todos tomamos cosas de todos. Pero Pepe Etchegoyen, su entrenador en el ignoto Miramar del ’82, una tarde decidió que jugaría con tres centrales para contener a la furia ofensiva de Nacional. Empataron 0 a 0.

 

“Un triunfo de la táctica”, diría Niembro

 

Capítulo 2

 

Con esa idea o ilusión del triunfo de la táctica-que para Bolivia no significa jugar mejor que el rival, sino simplemente no ser apabullado- fue el equipo de Gustavo Quinteros a jugarle a Argentina. Igual, la selección de Batista la aplasta en el primer tiempo. Cambiasso va y va, tirando paredes de primera con el que se atreva. Messi se tira atrás y habilita a Tévez, a Lavezzi. Está filoso el crack del Barcelona. El golero, estoy seguro, siente un inmenso placer, una alegría interior intensa y tranquilizadora, cada vez que la pelota no termina en la red. Porque hasta que Argentina no haga el primer gol, y por lo tanto se termine el partido, el resultado es suyo. El presente es todo lo que tienen.

 

Pero increíblemente no llega ese gol y, por el contrario, Bolivia pega primero con un anticipo de taco de Edivaldo, un brasilero que juega en ¡la B de Portugal! Insólito. Ahí me imagino a la máquina informativa calentando motores: los celulares de los periodistas que empiezan a sonar, los editores de los diarios que  pelotean sus portadas catastróficas, las miradas cómplices en el palco o las cabinas entre quienes saben que ese golpe les dará muchos más minutos de cámara y un inmerecido protagonismo. En fin, la máquina de generar Alarma que le dará cámara y re-twitts a los Toti Pasmans empieza a largar vapor.

 

Pensando en Toti y en otras cosas Argentina, lógicamente, se va arriba. Lavezzi quiere, si, pero sus dos desbordes a pura velocidad terminan en centros horribles. Si los tirara bien, no jugaría en Nápoles hace tantos años.

 

Bolivia lo tiene de contragolpe con Martins, un delantero que supo jugar casi solo y rebuscarse para, al menos, ganar algún lateral. Pero sería too much que Bolivia se rebele así, justo en la casa de quienes al lado de ellos se creen-se sienten-suecos.

 

Lamentablemente para el fútbol, y para Toti Pasman, a los 30 minutos del ST aparece el mejor pase que vi en mucho, mucho tiempo. Zanetti: pecho. Agüero: bolea. Gol. Lástima, pobre Bolivia.

 

Pero al final se lleva lo que fue a buscar. O mucho más: un puntito

 

Un triunfo de la táctica.

 

Capítulo 3

 

No hay una expresión más horrenda del fútbol que la Costa Rica que vino a la Copa América. Triste. Colombia, que hoy le ganó uno a cero, tiene delanteros muy interesantes, pero me parece que, el día que esté en desventaja, no tendrá ningún armador que rompa un buen cerco defensivo. Parece mentira que con tales atacantes-Rodallega, Falcao, Teo Gutiérrez, Adrián Ramos-le cueste tanto hilvanar buenas jugadas arriba. Colombia cambió su camiseta- ahora usa una Adidas, extremadamente ondera-pero sigue jugando ese bulbito de toques inútiles, anunciado, lento, exasperante. No le veo mucho futuro en la Copa.




31.08.2010 22:34 / Miradas cotidianas

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Lo veo siempre en La Cabaña, el súper que me gusta. Al principio o en las primeras miradas lo confundí con Mario Saralegui, por su tamaño, los rulos rubios, la cara roja, grandota. Después me di cuenta que era el ex jefe de la hinchada de Peñarol,  Pepe L.

Miré de reojo en su carrito: vino, sprite, una niña de dos o tres años, galletitas María.

Horas después prendo Fox. Juega Peñarol. Cobran otro sentido el vino y la sprite.




13.07.2010 14:41 / Flasheador urbano

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Lo peor del mundial

 

Es lo que se viene. Interminables editoriales de Da Silveira en Punto Penal. Columnas, perdón, “columnas” de los periodistas de El País pidiendo “una política de selecciones, dirigentes preparados, procesos que se respeten, programas deportivos en las escuelas” y varios más bla bla bla, con un nivel de abstracción sorprendente, como si diciendo esas cosas tan políticamente correctas se absolvieran de analizar con verdadera honestidad lo que dejó el mundial y lo que quieren para el futuro deportivo del país-y lo peor de todo es que verdaderamente eso sucede. O eso creen, que para el caso es lo mismo.

El mundial de las no-delanteras...

Salvo Suárez-Forlán no hubo, en todo el campeonato del mundo, una sola delantera que cumpliera con los estándares clásicos de una fórmula de ataque, es decir, dos puntas-puntas que se conocen, arrastran marcas para que el otro tenga espacios, se buscan en corto y en largo y, obviamente, se reparten los goles. Nótese, asimismo, el aporte de Cavani para la fórmula: en el gol contra México, metió un centro precioso después del pase de Forlán; en el gol contra Corea, apareció en posición de enganche o 9 retrasado, la abrió para Forlán, y el Balón de oro metió el buscapies para Suárez. Por eso, y aunque suene extraño y fantástico-en un país estigmatizado con el juego defensivo- Uruguay tuvo a la mejor(y casi única) dupla delantera del mundial: Suárez, Forlán.

 

¿Y qué pasó con los demás? La moda táctica es 4-2-3-1, para los equipos más ofensivos, o 4-3-2-1, o 4-4-1-1, para los más defensivos. Este sistema requiere de jugadores rápidos, de buen manejo, que puedan arrancar desde atrás(lo que implica que estén comprometidos con la marca) para llegar con claridad y posibilidad de remate al arco rival. Un ejemplo típico es Holanda: con Robben y Kuyt de punteros retrasados, con el ya famoso perfil cambiado para poder enganchar hacia el medio y patear con la mejor perspectiva (ese estilo, puesto tan de moda por Messi, fue la marca registrada con la que Robben se convirtió en uno de los mejores jugadores del mundial). En el medio de ellos, Sneijder, y arriba, Van Persie, un fiasco, un espectro.

Otros equipos intentaron con ese sistema. Alemania, con Klose de 9 y Podolski y Müller llegando de atrás; Argentina, con Higuain adelante de Messi y Tévez; Francia, con Anelka o Cignac arriba y Malouda y Ribery detrás; Portugal, con Almeida como vértice de un triángulo que completaban Cristiano Ronaldo y Danny o Simao.

Los que probaron con el clásico sistema de dos puntas no tuvieron tanta suerte. Robinho y Luis Fabiano, Villa y Torres.

Por otra parte, Paraguay tiró uno de sus 9 atrás para usar a tres de sus cuatro tanques juntos(Barrios, Haedo Valdez, Cardozo, por lo general), aunque arriba fue una lágrima. Chile, cuando tuvo a los jugadores, mantuvo a rajatabla el espíritu bielsista(vangaalista) de tres delanteros, dos por afuera y uno por adentro, pero la falta de Suazo obligó al técnico a poner a veces a Valdivia, un diez que nada tiene de centrodelantero.

En definitiva, este no fue el mundial de las parejas atacantes. Muertos Za-Sa, Ro-Ro y hasta Guillermo y Palermo, la delantera top de Sudáfrica fue Forlán y Suárez

Y de la ausencia de enganches

El tema es: ¿cómo sostener a jugadores como Riquelme cuando ya hay Iniestas, capaces de correr, tirarse a las bandas, marcar, pisar las dos áreas, tocar de primera, meter pases exquisitos y definir? Hace algunos años alguien me preguntó por qué se extinguía el enganche. Yo le dije que Tejera me encantaba, pero que, luego de tantas décadas de fútbol profesional de primer nivel, parecía absurdo que existan jugadores que-exagernado un poco- sólo se dediquen a pasar la pelota y organizar los ataques. Me encantan esos jugadores(Tejera, Riquelme, Valderrama, Capria, Nacho González), pero supongo que ningún técnico querrá prescindir de un corredor más cuando todos los volantes son-o deberían ser- capaces de ponerse el equipo al hombro. O sea: ¿para qué poner a un tipo a meter pases de gol, si todos pueden hacerlo?

Hubo armadores, claro: Sneijder, Schwensteigger, Iniesta, Xavi. Pero no se vieron jugadores que se dedicaran exclusivamente a crear, ni siquiera Kaká, que es más un media punta que un diez clásico. ¿La tan anunciada muerte del enganche?

 


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