Versión para imprimir 23/11/18



Historia y viejos cuentos recientes

 

 

Marx sostuvo con acierto que estamos viviendo en la prehistoria de la humanidad.

 

No es un cuento.

 

No conoció la revolución Bolchevique que fue el primer intento en llegar más lejos no un berretín de los rusos por entrar en la historia.

 

Temblaron y cayeron los poderes del Zarismo, rodaron testas coronadas como en la revolución francesa, las otras monarquías europeas entraron en pánico.

 

El imperialismo y los colonialistas desataron incontables guerras en Asia, África y dos guerras mundiales con millones de muertos, seguidas de guerras de rapiña de los colonialistas europeos en todos los continentes.

 

Y para rematar el último hecho de lo que Marx llama la prehistoria de la humanidad, lanzaron bombas atómicas sobre poblaciones indefensas de dos ciudades Japonesas, Hiroshima y Nagasaki.

 

Tiene razón Marx.

 

En más de una ocasión pusieron al borde de una guerra nuclear a toda la humanidad por mantener a sangre y fuego el sistema sostenido por la explotación del hombre por el hombre.

 

Marx tiene razón.

 

Con la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista el aparato ideológico del capitalismo abonó una nueva teoría, el fin de las ideologías, y fueron por lo que quedaba de los restos del primer intento revolucionario por cambiar el mundo encabezado por el proletariado y soldados y campesinos en la vieja Rusia zarista.

 

Tomá, andá llevando.

 

Ahora sí el libre mercado, lo privado sobre lo público, abundancia y derrame hasta empacharnos con la sobreabundancia. Como nunca en tan poco tiempo, tantos millones pasaron de tres comidas diarias a vivir de la caridad y de las políticas sociales o simplemente a vivir de los desechos en los basurales.

 

Aunque muchos hagan lo imposible por seguir negándolo, incluso dentro de lo que acá llamamos la izquierda, el pensamiento único ganó nuevos adeptos logrando reconvertirlos a apasionados defensores del libre mercado, las democracias tuteladas, el reclamo de la rotación de los partidos en el gobierno, la combinación de lo público- privado hasta en los matrimonios, implacables fiscales y jueces en contra de cualquier pasado Marxista y listos a reescribir la historia.

 

Díganoslo con claridad, no es nuevo ni novedoso.

 

Nadie discute hoy que apenas el 1% acumula más riqueza que el 90 por ciento de toda la humanidad.

 

Muchos saltaron y dieron rienda suelta a su alegría y saludaron eufóricos, pletóricos, hinchados ante semejante retroceso que nos vuelve a dejar donde Marx hizo su punto de partida.

 

Para millones de seres humanos la tierra no es el paraíso terrenal. Tampoco el libre mercado que mucho menos los quitará de la miseria absoluta, no existe en las sociedades capitalistas tal derrame de riqueza que caiga en los buches de los desposeídos de la tierra.

 

Algunos creyeron que sería así.

 

Los oportunistas y pusilánimes se pusieron al servicio del aparato ideológico propagandístico de las clases dominantes que arrastró, incluso en estos países dependientes hasta el mango, a universitarios, políticos, izquierdistas, intelectuales, algún dirigente sindical y algunos dieron el gran salto y llegaron donde siempre aspiraron a estar, ser parte del festín en la mesa de las clases dominantes, aunque sea para recoger las sobras.

 

Cuando golpean al FA por el tipo de estructura que tiene, que dicho sea de paso lo puso tres veces consecutivas en le gobierno nacional, y azuzan, como cuco en jardín de infantes, lo que ellos llaman el fin progresismo, no deja ser otra forma de traición y de reculada frente a las clase dominantes del Uruguay para no tocar sus privilegios.

 

Alcanza con ver el espectáculo por el artículo 6 de la rendición de cuentas, de 15 mil millones, y la palabreja abatir. No me abatan con los reclamos compungidos de los directores de las universidades privadas que afectarían las becas, porque el 85% de las mismas lo ponemos entre todos los uruguayos y ello hacen filantropía.

 

Se les cae otro cuento hijo de la pereza, la holgazanería política y la cobardía intelectual de individuos que se resisten a salir de la prehistoria

 

Si antes no es eliminada la vida de los seres humanos de la tierra, seguro que es posible salir de la prehistoria.

 

Seguro es posible comenzar a escribir los primeros capítulos de la historia de la humanidad sin renunciar a la libertad y a la democracia.

 

Si no fuera así igual creo que valdría intentarlo. Es posible sin naciones subordinándose, sin explotados, sin discriminados, en un lugar que quepamos todos, sin fronteras, libres de ir y venir, de habitar en cualquier lugar donde sale o se oculta el sol.  





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Frontera Norte (Ruben Abrines)
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